jueves, 5 de febrero de 2009

LEVANTO MI COPA POR HANS

No, yo nunca tuve el barco pirata de los clicks, ni la goleta, ni el hospital... Ni un mísero click que llevarme a la boca. Nunca los poseí, pero si que los disfruté. He podido rozar sus rígidos brazos, moverlos, ponerles y quitarles gorros y cabelleras. Sencillos, pequeños, coloridos... Que no tuviera, no significa que nadie de mi entorno los tuviera. Y claro, si tú los tienes, yo puedo jugar con ellos. De los más de dos millones de muñequitos vendidos, algunos han vivido y viven cerca de mi.
Y me apena saber que su creador ha fallecido, como a estas alturas ya sabeis todos. Hans dejó la ribera del lago Constanza, para diseñar muñequitos celestiales. O para ponerles codos (que los pobres nunca llegan a tomarse la cerveza, sólo atinan a tirársela por encima). No, claro que no le conocía en persona. Pero es un personaje entrañable, como el papi de Pinocho. Ambos carpinteros. Ambos diseñaron un muñeco que les trascendió.
Pero no sólo los disfrutamos en muñeco -persona sería decir mucho-. Gracias a la red, los "Hijos de Hans" (que no los Hanson o Handson, que son una familia famosa), hacen cine, protagonizan juegos de la nintendo, etc. Y me encantan. Desde la guerra de las galaxias a Indiana Jones. Desde cortos independientes a cortos porno (que ya son mayorcitos).
Y me da, que tienen cuerda para rato. Gracias Hans.


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