viernes, 20 de septiembre de 2013

TORTILLERA HOMBRE, TORTILLERA MUJER

Hoy cuando llegué a casa arrobita se moría de ganas por aleccionarme. Había descubierto, por fin, quién de las dos "hace de hombre" y quién "de mujer". Si, si, como lo estáis leyendo. El eterno tema de confusión, para nosotras y para el resto de la humanidad.

Y era más sencillo de lo que se pueda pensar. Sólo hay que leer el buzón de correos de la comunidad. Tan sencillo como eso.

La clase magistral vino de la mano de los esforzados técnicos en chapuzas que ha contratado mi vecina.  Y, para ser sinceras, la hemos recibido de gorra, a través de la mirilla de la puerta.

Andaban ellos obreteando por el portal, cuando empezaron a dar unas voces y unos berridos típicos de los más afamados docentes. Para llamar la atención del alumnado. Preocupada arrobita, por si se había desprendido parte del techo del portal, se acercó a mirar por la mirilla. Observó con preocupación que un docente se agarraba el costado, como dolorido, mientras el otro charlaba con la vecina. Pero debió ser un concepto que se atravesó en la vesícula. Nada que una cerveza cada cuatro horas no pueda solucionar.

Cuando arrobita pudo escuchar la conversación, ya se había unido el dolorido técnico-docente de la construcción. En ese momento la vecina, señalando nuestro buzón les decía que éramos dos chicas. Dos tortilleras vamos.



Entre ellos empezaron a divagar quién sería la mujer y quién el hombre. Dato vital en toda relación de pareja, entre mujeres, que se precie. Pero más complicado de averiguar de lo que el común de los mortales pueda llegar a pensar.

Ahí, arrobita se concentró en tomar apuntes. Un técnico dijo que estaba bien clarito "La que se nombra la primera es la que hace del hombre". Aaaaahhhh, ese es el dato definitivo... Pues no.

El otro profesional de la chapuza domiciliaria le restó valor al juicio del compañero diciendo " Es que no te enteras. Como se nota que no eres un caballero. Primero se menciona a la mujer. Siempre la mujer primero". Aaaaaaah. Tiene sentido. A fin de cuentas, si eres el hombre de la relación, y te quieres/debes comportar como un perfecto caballero, debes poner a tu señora siempre la primera.

A ver si reuno fuerzas suficientes, para salir al buzón y ver qué soy. Si el hombre o la mujer. Principalmente, por ver si tengo que hacer la cena o coger una cerveza y tirarme en el sofá.

martes, 17 de septiembre de 2013

EN LA NOCHE ESTRELLADA, TE BUSQUÉ...

Cassiopeia... Y te encontré.

Tras el descanso final de las vacaciones estivales, retomamos las tareas de siempre. Es decir, sacar a pasear a la perra por el pueblo y campito circundante. A ella le viene bien y a mi... También.

Y como me viene bien, pues me llevo el móvil con sus dos millones de Apps, para cualquier urgencia. Como es la de Runkeeper, como medida de autoayuda para caminar, correr, hacer senderismo o lo que se tercie, que el caso es moverse. No vayáis a pensar que llevo el móvil por twitter, Fb, instagram, el correo, o incluso recibir/hacer llamadas (vale, no se lo ha creído nadie, y menos todos los que me siguen en esos foros).

Pero hay una que me encanta (aunque tengo otras tropecientas similares por si me falla ésta) y es Stellarium. Mirar al cielo nocturno y saber que veo. Es algo que me viene de lejos, de las vacaciones familiares en Galicia, en la aldea. 

Por la noche, tras la cena, salíamos a la era y nos descoyuntábamos las cervicales, toda la familia (hermana, padres, primos, tíos...), haciendo un repaso estelar y buscando estrellas fugaces. De aquella época la curiosidad por la vía láctea, la osa mayor, la menor, Venus, Saturno...

Así que ayer, hasta arrobita se preocupó, cuando vio que mi periodo habitual de caminata se alargaba más de lo acostumbrado. Ni que decir que la perra se aburría y me miraba, sentada, con cara de "¿Pero qué haces apuntando con el móvil al cielo?¿No salimos para que yo me pasee, olfatee, haga mis cosas y ladre un poco?".

Un descubrimiento de este año es el cinturón de Orión -si, famoso por la peli-. Y un redescubrimiento es la constelación de Cassiopeia. Diréis que soy una pava, pero me hizo feliz descubrir a Cassi de nuevo en el cielo serrano.

Os animo a mirar al cielo, en una noche despejada cualquiera, y perderos entre las estrellas, jugando a imaginar.