domingo, 3 de agosto de 2014

LA QUINTA RUEDA

Menuda temporadita me está dando el coche. Los que pasáis cierta parte de vuestra a mi lado, sabéis que estoy invirtiendo en mecánica y materiales de coche. Soy como una fundación sin ánimo de lucro.

Se me han ido los euros en luces, frenos, cadenas, pistones, culatas, ruedas, ruedas y ruedas. Tengo un master en ruedas. Aunque claro, económicamente gana por goleada la cadena -esa que no se cambia, que no es correa- y todo el desastre que su rotura conllevó.

Lo de las ruedas es todo un misterio. He tenido que cambiar, en un año, cinco ruedas. Siempre delanteras. Hace quince días cambié el último par. Y hoy, para mi absoluta frustración, veo la misma rueda de siempre desinflada.

La rueda delantera derecha tiene una especial preferencia a ser una relación superficial. Empieza muy bien y quince días después observas que se ha desinflado.
¡Quince días! No han pasado más de quince días y he tenido que ir a inflar la rueda.

No niego que me he pasado todo el paseo con la perra tratando de imaginar por qué me timan las empresas neumáticas, TODAS. Y como eso es imposible, me pasé a fijarme en todos los vecinos y cuál sería el que me me pincha o desinfla las ruedas. Ya sabéis el típico vecino paranoico, asesino, toca pelotas o similar. A quién he podido fastidiar tanto en algún momento de mi vida.

Por último he pensado que tengo alguna parte de metal afilado, que sobresale por los bajos de mi coche y, en determinado ángulo de giro de las ruedas, me las pincha suavemente. Como teoría no está mal del todo.

Si, estoy un poco mal de la cabeza. Pero es que me está descerrajando el presupuesto.

(De la lavadora ya os hablo otro día).

Después se me ha encendido una luz. La parte de la boquilla de inflado. Eso es. Esta misma semana me acerco a que la revisen. Porque esa cosa no siempre se cambia. O algo así me contaron en uno de los cambios. 

Crucemos los dedos.