jueves, 19 de julio de 2007

Holandesa total


He vuelto. Como la falsa moneda. Como el asesino al lugar del crimen. Como el turrón el Almendro. Como las golondrinas. Como la hija pródiga... Resumiendo, que he vuelto. He descubierto Amsterdam con la familia. Nada como viajar con la familia.
Ahora se que Chimpum no es el aeropuerto de Amsterdam (Schipol, que se pronuncia como si tuvieras... ganas de expectorar y te costara arrancar ¡Dios mío! Sin escupir, que os estoy viendo). Y que el punto gay de información (pink point) no es pim pon. Pero bueno, yo me entiendo.

También he descubierto que las azafatas guapas también tienen conversación y que pueden hablar conmigo. Hablar en la intimidad de la cola del avión... Si obviamos a mi hermana y a la otra azafata que no se enteraba del nodo... pero alegraba la vista.

Que sepais que las bicis, no son tan inocentes. Tras pasar unos días entre ellas, como si de un safari por Kenia se tratara, he descubierto la realidad. Con ese aire ecológico y simpático, de víctimas de loas malos malosos de los coches, esconden una mente criminal y silenciosa. Te atacan cuando cruzas, cuando estás en el semáforo y cuando no. Calle arriba o calle abajo. Miras el nombre de una calle, para ver si vas por el buen camino y zas "¡¡¡CUIDADO!!!" Es el grito horrorizado de tu familia, al ver peligrar tu integridad física.

También he descubierto la oculta afición de mi madre por las medidas. Por las medidas del suelo. Ya el primer día manifestó interés por las dimensiones de los escalones y de la moqueta del hotel. Por lo que se acercó para observar con detenimiento. Pero como somos unas snob, le dijimos que dejara esos hobbies bricolajeros para la moqueta patria (la sanidad española la conocemos más, por si acaso). Por lo que nos tenía en un sinvivir con su equilibrio "creativo".

He confirmado que soy hija de mi padre y que él lo sabe (ya sabeis lo que se dice de los padres). Porque un día le dijo a mi madre "Controla a tu hija -por mi hermana-, que a la mía -por mi- ya la tengo yo controlada". Ays, qué tranquilidad. Parece que no le importa. jejeje.


Como no estamos acostumbrados a pagar tanto por la entrada a los museos... Bueno, es que no solemos ver diez mil en el mismo día. Mi familia adoptó un nuevo plan estratégico. Ir vamos todos a la puerta de todos y cada uno de los museos. Pero sólo entraba el verdaderamente interesado. Y, a la salida nos hacía una breve exposición al resto.

Y he tenido el placer de saborear el maravilloso mundo de la cocina holandesa (a falta de otros sabrosos placeres). Esta amplia cultura culinaria consiste en que... no existe, como la inglesa (dicho por ellos mismos). Nos costó encontrar un restaurante autóctono. Incluso los tienen que identificar con un logotipo. No me imagino si nosotros tuvieramos que informar "restaurante/bar español", no se con una bailaora en una placa. No habría pared suficiente en las calles españolas. El caso es que pasé por mexicanos, italianos, españoles -que los hay y la morriña es mu mala-, franceses y... 1 holandés. Cuya placa era en lugar de un holandesito y una holandesita ... dos holandesitas. Y yo dije "Este, este, fijo que se come estupendamente..." Y coló. Tuve una tentación: "Camarera, quiero un café, largo de café, corto de leche. Con la leche fría. En vaso de caña y dos de azúcar". Pero lo resumí en "guan cofi guiz milk". (Ays, bn siempre estarás en nuestra memoria colectiva).

Pero lo mejor de viajar en familia, es la diversión nocturna. Nada de bares tonteando con alegres extranjeras. Nada de aburrirse en una discoteca llena de macizas holandesas. Olvídate de la presión de ligar con ésta o con aquella. No te castigues el hígado con alcoholes varios. Lo mejor, lo más apasionante, intenso, salvaje y peligroso es... jugar al parchís. Porque, como todo el mundo sabe, en el parchís y en la guerra, todo vale y no hay lazos familiares que aguanten. Tus padres olvidaron aquello de dejarte ganar ¡¡Esto es la guerra!! No pudimos soportar la presión... al día siguiente nos pasamos al chinchón.

No os aburriré con mi visita al mercado de las flores. Allí era feliz. entre tanta semilla, tanta flor - y de las de las flores también- , tantos bulbos (B-U-L-B-O-S Jodías, que ya estais sonriendo) y su tienda de decoración... Navideña (no, no me pidais explicaciones, cosa de holandeses).

Os contaría más cosas, pero he separado la vista de la pantalla y ya no he visto a ninguna despierta. Así que dejo de hacer ruido con el teclado.

ZZZZzzzzz.