miércoles, 27 de agosto de 2008

DE LAVADORAS Y SERVICIO TECNICO



¿Alguna vez habeis arreglado algo? por ejemplo, una lavadora. Pongamos por caso que sois instaladores y técnicos de una primera marca de lavadoras.

Bueno, pues estando en esto, hablais con vuestra amiga del alma y os dice que se le ha escacharrado la lavadora. Que la chica que limpia dice que no va, que se queda con agua, que no centrifuga y que pierde agua. Como buenas amigas, os ofertais a echar un vistazo y arreglarlo.

Vuestra amiga muy feliz, da palmas con las orejas. Al final, le cambiais la goma de la puerta, el mecanismo de apetura, dos botones nuevos que se quedaban enganchados, y le limpiais todo el sistema de filtrado. Como es vuestra muy-buena-amiga, pues pelillos a la mar y nos olvidamos de los costes.

Te vas feliz y silbando y tu muy-buena-amiga, se queda sonriendo feliz.

Al día siguiente, te llama porque la chica de la limpieza dice que no va bien la lavadora.

Que no abre, desde que la arrglaste y que tiene una cosa alrededor de la puerta de color gris raro. La informas amablemente que ahora la palanca de apertura se abre hacia fuera y la que cosa gris es la goma nueva. Gracias, gracias. Y todos tan felices.
A las dos horas, vuelve a llamarte tu muy-buena-amiga, para comentarte que la misma chica ha comentado que los programas no cargan. Te pasa el teléfono y le informas que la rosca anterior la has cambiado por un pulsor digital. Sólo tiene que apretar y van saliendo los números de cada jornada. Ella se queja de que no sabe ahora cómo usarla, porque no sabe si están todos los programas. Tú le dices que están todos, uno detrás de otro. Ella protesta, porque como no sabe los que había, no sabe si ha quedado no funcional alguno. Le explicas que están todos, que si quiere que se haga una lista con los números y el programa que es.
Todos contentos... menos la chica que farfulla que la lavadora antes iba mejor.
Al día siguiente tu muy-buena-amiga, te comenta que la lavadora pierde agua. Y que su chica de la limpieza ha llamado a un profesional muy bueno, amigo suyo de las cañas de los domingos, que le ha vuelto a poner la rosquita, un papelito plastificado con los números y los programas que son y una gomita que sujeta la puerta, con el sistema anterior de cierre. Y por el módico precio de 543 €. Pero que dice que es de mucha confianza el amiguete.
Vas tú y les mandas a **** *********. Junto con la lavadora y les aconsejas que vuelvan a la tabla de lavar en el río, que no tenía puerta y los programas se medían por la cantidad de veces que hay que frotar la mugre.
Todos felices, tú mosqueado, la muy-buena-amiga, compungida, la chica encantada porque ya tiene la lavadora como-tiene-que-ser y su amigo encantado con los dineros para chatos.

miércoles, 20 de agosto de 2008

AUNQUE SEA LO MISMO...


Un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño. "¡Qué desgracia, Mi Señor! Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Magestad", dijo el sabio. "¡Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! ¡Qué le den cien latigazos!", gritó el Sultán enfurecido.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: "¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes". Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: "¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro. El segundo sabio respondió: "Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado".
Pues tiene toda la razón el sabio. Cuántas veces, nuestra vida, nuestro progreso, nuestras travesuras, castigos,... han dependido de cómo hemos presentado las cosas.
¿No os ha pasado alguna vez en la vida?
Yo he utilizado esta enseñanza en mi trabajo, para saber bandear las tonterías de algún director. Con algún paciente también.
Pero todavía me queda mucho por aprender.

jueves, 14 de agosto de 2008

COMO DIOS MANDA

Tras largos años de actividad parroquial (¡Dónde estarán ya!), nunca he debido contactar mucho con la onda divina. Aunque yo creía que si.
Tampoco me he debido acercar -ni de lejos-, a la esencia de la Biblia. De poco o nada me ha valido asistir, domingo tras domingo, a misa. Ni escuchar atenta las lecturas, las homilias y los salmos. Ni los laudes, las vísperas o los rosarios.
Y claro, menos todavía me ha servido el ser catequista, miembro de caritas o lo que fuera.
No he sido llamada a discernir claramente (ni remotamente iluminada) la verdad que emana de cada palabra enviada a los hombres, por nuestro Creador.
Tras años de esfuerzo, la realidad -la cruda realidad- se ha plantado frente a mi... Pero no desfallezco.
Afortunadamente, mi madre si que ha sido tocada por el discernimiento de la verdad máxima. Ella si que sabe buscar la cita bíblica correcta. Ella domina a la perfección la lectura entrelíneas de los renglones divinos.
Ella si que sabe.
Y, como alma caritativa que es, no descuida ni una oportunidad para hacerme partícipe de su conocimiento.
Así puedo saber cuando no voy vestida COMO DIOS MANDA.
O cómo MANDA DIOS que debo colocar las cosas de la cocina.
Siempre puedo contar con su conocimiento, para averiguar COMO MANDA EL ALTÍSIMO que se han de ordenar las tareas de la clínica.
Y no olvidemos que, como decía Santa Teresa "Dios también está entre los pucheros". Por lo que estoy tan tranquila mientras cocino. No tengo más que ser sometida a un sabio vistazo materno, para saber si me ajusto a los MANDATOS CULINARIOS DIVINOS.
Afortunadamente tengo a mi madre, para que me mantenga al día sobre cómo hacer las cosas COMO DIOS MANDA.
Y yo no tengo que preocuparme por mi analfabetismo divino.
Gracias a Dios... Y a mi madre.

lunes, 11 de agosto de 2008

NO NECESITO AL SOL


Amanece muy lentamente. Mis ojos buscan retazos de luz, en las sombras de nuestra habitación.
Durante unos segundos detengo la respiración, buscando la tuya. Viene a mí, como una pequeña melodía, lenta y suave.
Apenas puedo dibujar el contorno de tu cuerpo bajo la sábana. Poco a poco, la luz entra perezosa por la ventana abierta desde siempre. Pero poco importa si hay o no luz suficiente.
No necesito al sol para verte. No forzaré mis ojos miopes. No lucharé con la oscuridad para hacerte real a mi lado. Me dejo caer lentamente. Cierro los ojos y te veo a mi lado. Siento tu calor y mi piel intuye tu roce.
Construyo tu cuerpo ante mi. Como un holograma. Recojo los datos que brotan de mis labios. Mi boca como fuente incansable de información. De tu sabor, de tu textura. Mis labios se secan porque ya tienen sed.
Mi nariz te dota de olor, del aroma inconfundible de cada centímetro de tí. De la mezcla única y embriagadora que constituyes.
Mis manos pican inquietas. Aportan, con su experiencia, todos los retazos de tu piel. Todos tus poros, todos tus contornos, tus curvas, tus pliegues,... Toda tú.
Los oidos dan paso a los latidos de tu corazón. A todos los escuchados en tu pecho. Y a todos los que están por llegar y que bailan en la antesala de este presente que se me escapa.
Y la imagen es tan real que mis brazos te buscan. Manoteo inútilmente el aire sobre mi. Mi cuerpo siente frío si no me acerco un poco más a ti. Deshecho la copia de ti y me volteo para abrazarte. Como ayer a la hora de dormir. Como todas las noches. Como todos los días. Nunca fuí capaz de dormir sin sentir tu cuerpo a mi lado.
Y, mientras espero, sin prisa, que el sol anuncie un nuevo día a tu lado, me acurruco en una esquina de tu espalda. Te aferro por si no eres real, por si mi suerte sólo fuera un sueño. Si es así, dormiré eternamente. Sólo por no alejarme ni un segundo de ti.



MADRID EN AGOSTO


Habitualmente, en agosto estoy en Madrid. Y este año no iba a ser menos. ¿La excusa? Fácil: obras en la clínica, obras en casa, que no pensaba salir y, por tanto, mejor me quedo en la clínica currando, la hospitalización/robo, etc. Excusas las que querais.
Pero, pensándolo mejor, no necesito excusas. Me gusta estar en Madrid en agosto. Siempre me ha gustado trabajar en agosto. Quedarme como una rodríguez más -como si no lo fuera el resto del año-.
Pero es que me encanta, chicas, de verdad. Y eso que todas pareceis desaparecer entre los vapores asfálticos.
Me gusta porque llego en dos suspiros al trabajo. Vaya donde vaya, siempre encuentro aparcamiento. Tengo entradas para todo lo que quiera. No tengo que hacer cola en ningún probador -cosa que me da tanta rabia que suelo largarme-. Hace menos calor que en julio. No hay cole -y por tanto, tampoco críos berreando ni coches de sus papis en la puerta de mi casa esperándoles-. Etc.
Madrid parece dormirse. Dejarse llevar por la siesta tan patria. La vida parece ralentizarse un poco. Y yo con ella. Aunque no creais que me resulta fácil ralentizarme. Algunas veces me paso de parsimonia, jejeje. Pero me dura poco (¿verdad arrobita?).
Bueno, mientras vosotras vais y volveis, yo os espero tranquilamente en casa. Para que me conteis vuestras aventuras. Yo os hablaré de robos, hospitales, pintura, obras,..., Y nos reiremos todas a la vuelta.

martes, 5 de agosto de 2008

DE HOSPITALES Y LADRONES


Hacía mucho que nos rondaba un ingreso hospitalario. Y, claro, todo llega. Tuvimos que ingresar por urgencias a mi madre. El estado de salud de la susodicha andaba pendiente de un hilo y este cedió de manera brusca.
Así que ya nos teneis de aquí para allá. Con los horarios de visita limitados. Viendo la carita de dolor y las mil vías. Y al otro día, una sonda nasogástrica. Y al otro, otro bote de suero... Y sólo visitas de dos en dos. El hospital se vuelve tu lugar de paseo y el centro de tu horario diario.
Los primeros días, se te cae el alma al suelo. Afortunadamente poco a poco ves que sale adelante. Que esta vez no pasa por quirófano y todos nos alegramos. Y vuelven las risas y las bromas.
Pero claro. Tu orden de vida es muy fácil de seguir. Tres horitas fijas estás fuera todas las tardes. Muy goloso...Para los cacos.

Pues si, tú pensando en ir a ver a tu madre. En lo que dirá el médico. En si le quitan o le ponen una sonda... Y, cuando llegas a casa, te han descerrajado la puerta y te han revuelto hasta las bragas.
Te da rabia, te sientes impotente, te sientes violentada en lo íntimo de tu hogar. Y encima tu madre en el hospital. Mi padre cabreado como una mona. Menos mal que no se sitió culpable -porque nuestra cabeza tiene esas tonterias de vez en cuando-.
No es lo que te roban, es que te han vigilado, te han revuelto hasta lo más escondido, te han dejado la casa como si hubiera pasado un tornado. No puedes tocar nada hasta que no venga la policía científica. Te llenan todo de polvitos negros. Y no dejan de ser otros extraños revolviendo entre tus cosas.
Después toca ir al hospital y, con mucho cuidado, decirle que su casa ha sido robada. Por mucho que le restes importancia (que todos estamos bien, que sólo han roto la puerta, que lo que se han llevado no es para tanto, que lo importante somos nosotros y estamos bien...), la imaginación es muy ágil. Y claro, puede hacerte creer que te cuentan sólo la mitad del cuento.
Bueno, ya está su casa ordenada y mi madre en ella. Y tiene color y la salud retorna lentamente. Eso es lo importante.
Joder, vaya días de verano... A ver si pasa ya de una **** vez.