domingo, 21 de septiembre de 2014

ME QUEDO, ME VOY

Sin apenas darse cuenta, la lluvia emborronó los cristales del coche. En su interior, Lola tenía la mirada perdida al fondo de la calle.

Llevaba un par de horas allí plantada. La espalda empezaba a contar los minutos. Los mismos que ella había dejado de controlar hacía rato. Manipuló una palanca y el cristal dejó pasar la claridad y la nitidez necesaria, aunque brevemente, para reconocer la calle y sus gentes. Nada más se movía en el coche. Bueno, si, el dedo corazón de su mano derecha tamborileaba sobre la palanca de cambios. Por lo demás, permanecía inmóvil.

Un rato después, con las farolas encendidas, la lluvia descargaba a placer, como si no hubiera un mañana. Lola recitaba un monólogo silencioso. El mismo que llevaba repitiendo desde que aparcó allí. Hoy era su fecha límite. Sí o no. Si era NO, mañana pondría tierra de por medio. Aceptaría el trabajo en Santander.

De pronto, una figura familiar apareció al fondo de la calle. Una figura borrosa, con un pequeño paraguas de bolso, luchando contra las inclemencias del tiempo. Y perdiendo.

Las malditas tormentas de finales del verano.

Como espoleada por un recóndito resorte del asiento, Lola salió del coche y bajo la calle.

La mujer que subía, levantó los ojos y reconoció a Lola, que se empapaba bajo la lluvia, caminando a paso rápido hacia ella.

- Lola ¡Estás empapándote!
- Eh... Hola Cris... Pues si - Confirmó dándose cuenta en ese mismo instante de que se estaba empapando bajo la intensa lluvia y sin posibilidades protejerse. "Me voy para Santander".
- ¿Qué haces aquí? - Preguntó Cristina sorprendida-.
- Tengo dos cosas que contarte - tragó saliva-.
- Vale. Pues sube a casa y me lo cuentas. Que te vas a enfriar.
- No -respondió algo brusca y esquivando el gesto de Cristina que la orientaba hacia el portal- Ahora.
- Bueno...
- Esto... - bajó un momento la vista y se secó la cara-. Yo no puedo seguir así -miró a su interlocutora de reojo-. En los últimos cuatro meses nos hemos vuelto casi inseparables - Y con un gesto de dolor resaltó- Casi.
- Si, bueno -Cristina empezó a dar una explicación-...
- Déjame terminar. Por favor.
- Vale. Sigue.

- A ver -recapituló mentalmente, para coger el hilo del discurso mil veces ensayado-. Nos hemos hecho inseparables. Nos contamos todo, vamos a todas partes juntas, nos reímos, nos apoyamos cuando lloramos,... Bueno, si hasta todo el mundo se ha dado cuenta. Hasta yo me he dado cuenta -sonrió tímidamente. Vio su sonrisa también "Me quedo"-. Pero creo que no puedo continuar así.

Lola paró un segundo para tomar aire. Se pasó la mano por el pelo, para dar tiempo a que las puñeteras palabras ocuparan el sitio de siempre. Estaba resultando más difícil de lo esperado. En el coche, las palabras fluían con suavidad y pasión. Ahora parecía torpe y se atoraba.

- Lo que quiero decir  es que no quiero ser tu amiga - ante la cara de sorpresa de Cristina, añadió rápidamente-. Quiero decir que no quiero ser "sólo" tu amiga.

Suspiró.

- Creo que tú ya te has dado cuenta. Porque soy consciente de que me esquivas desde hace unos días - Al ver un leve gesto de asentimiento en la cara de su interlocutora se dijo "Me voy a Santander".
- Si, lo haces. Ya lo noté. Así que mejor poner las cartas sobre la mesa - pilló carrerilla para la recta final -. Me gustas. Me gustas mucho. Desde la primera vez que trabajamos juntas - Cristina la miraba sin pestañear-. No había nada que hacer, pues vivías con Manuel - Creyó ver un rayo en su mirada "Me quedo"-. Pero desde que rompisteis, nos hemos acercado más. Y ya no puedo soportar más la situación. 
Cristina tenía un punto de preocupación en la mirada y había empezado a oscilar un poco, como cuando se ponía nerviosa.

- No te voy a entretener mucho más - había que zanjar la conversación. El monólogo más bien-. Te quiero. Es lo que hay. Y si el sentimiento no es mutuo, tengo que poner distancia o me consumirá - Si dejar hueco ni a un aliento añadió la información final -. Me han ofrecido un puesto en la delegación de Santander. Me iré y no molestaré hasta que pueda manejar esto.

El silencio entre ellas duró unos segundos. Cristina bajó la mirada y volvió a mirarla directamente a los ojos "Ahora si que me voy".

- Estoy embarazada - Apenas si pudo elevar la voz sobre el ruido de la lluvia-.

- ¿De Manuel? - Lola se había quedado bloqueada, nunca hubiera esperado esa respuesta a su pregunta- Ah... - empezó a sentir cómo el mundo se le caía. Y ya no distinguía entre la lluvia y las lágrimas en su cara.
- Estoy embarazada - repitió más fuerte, como si dudara de haber emitido sonido alguno. Alcanzó la barbilla de Lola con su mano libre, y se la levantó para obligarla a que le mirara a los ojos-. Si. Pero también te quiero a ti. Fui yo la que cortó con Manuel.

"Me quedó".

- Hoy me han dado dos noticias - Sonriendo y secando la cara de su amiga, Cristina añadió- Una buena y otra mala.
- ¿Y eso? - Lola dejó a un lado tanto cambio de emociones. Por unos instantes se olvidó de si misma.
- El médico me ha dicho que estoy embarazada. Y después, en el trabajo, me han comunicado que no me renuevan el contrato - Sonriendo le preguntó - ¿Sabes lo que eso significa?.
Lola se encogió de hombros - No.

- ¡Nos vamos a Santander! - Y rompió a reír.


A su alrededor, la lluvia seguía como si no hubiera despertado la primavera en ese rincón de la calle oscura.