sábado, 26 de diciembre de 2009

TODO SE REDUCE A UNA PREGUNTA

Mi prima está ingresada. Si, es una extraña costumbre que estamos acuñando en mi familia. Cuando servidora dispone de unos días, unas fiestas, unas vacaciones, alguien es ingresado. Y así pasamos las fiestas en un lugar recogido, vigilado, limpio, concurrido, con calefacción o aire acondicionado -según la época y lo que corresponda-.

Bueno, a lo que iba. Como parte de la familia, me ha tocado hoy pasar la jornada con ella. Montando guardia para los sueros, los vómitos, las visitas al baño y una poca conversación.

Hace ya un año -coincidiendo con estas fiestas navideñas-, que no nos veíamos. Me preguntó por arrobita y la respondí con más o menos humor, por hacerla sonreír. Me preguntó si nos iba bien (nunca le había sido presentada como mi pareja, pero claro, a buen entendedor...). Y va y me pregunta "¿Tú eres feliz?" Todo se resume en una pregunta.

No es ¿Gana mucho? o ¿Plancha bien? o ¿Te lleva de vacaciones a sitios bonitos? Tampoco se trata de si es guapa de rompe y rasga. O si lleva su orientación como bandera o la esconde perfectamente. No se trata de si me cuida, de si cocina o si ronca por la noche.

Tampoco es cuestión de si se lleva de lujo con mi familia o yo con la suya. No es cuestión de si somos almas gemelas. No. No es que me lleve al éxtasis. No pregunta si discutimos mucho o poco, o si nos gustan las mismas cosas.

No.

Realmente se trata de si me hace feliz. Sencillo, claro, directo y muy significativo.


Y SI, me hace muy feliz.
A ella le bastó.
Y a mi también.

(Y que conste, nos gustan muchas cosas por igual, cocina bien, me lleva al éxtasis, casi no discutimos, es preciosa, si no somos almas gemelas nos llevamos poco tiempo, no ronca, me cuida y nos llevamos con nuestras familias).