sábado, 29 de octubre de 2011

NO ES HORA DE ENCOGERSE. SACANDO PECHO.

Ir al médico no es el planazo que te gusta tener. Ir con tu madre, menos todavía. Pero cuando es tu aniversario de boda, estás en la cama con catarro y tu madre viene a verte, no esperas pensar que te habría gustado estar con ella en el médico. Porque ella fue al médico y tú no estabas. Y a ella le dijeron que lo de la cara era cáncer y tú no estabas. 
Porque el día de tu aniversario, tu madre rompe a llorar. Porque no entendió el diagnóstico, pero si la palabra.
Así que hay que sacar pecho, encontrar quien te diga exactamente qué le dijeron. Ponerte las pilas y averiguar de qué se trata. Reunirte con tu madre y explicarle que no todos son igual de malos. Que hay distintos tipos de tratamiento. Que será raro que haya metástasis, que puede... Todo eso que debían haberle explicado en la consulta. Y que se olvidaron de decir.
Los sanitarios somos algunas veces así. Como nosotros lo sabemos, se nos olvida que el otro sólo escucha una parte del mensaje: la que le colapsa. Algunas veces, somos humanos y no damos hueco a los sentimientos porque no sabemos manejarlos. Otras veces sólo es trabajo. Para algún tarado es la mejor forma de escurrir el bulto.
En la mayoría de los casos, no lo hacemos de mala fe. Pero claro, el otro no lo sabe.

miércoles, 26 de octubre de 2011

SOBREVIVIR EN COMUNIDAD

Estoy orgullosa de mi. Estoy sobreviviendo. Aunque en algunos momentos creo que no podré con el peso de la responsabilidad... y la tontería ajena.
Me ha tocado ser presidenta de esta mi comunidad. Y, como no podía ser de otra manera, ha tocado hacer obras. Entre presupuestos, técnicos que vienen cuando quieren, vecinos histéricos sin problemas en su vida que arreglar y el administrador que es para darle de comer a parte, casi me llevan la respiración.
¿Qué hice para merecer esto?
Si soy buena, no he matado a nadie, no he robado más que nadie, hago mi declaración de la renta y pago cuando me toca.
Menos mal que no llegamos a la docena de vecinos. Si llegamos a ser más... seguro que no hubieran venido a las reuniones. Porque, reconozcámoslo, ODIAMOS ir a las reuniones de vecinos. Nos escaqueamos siempre que podemos. Física o mentalmente. Que yo he hecho más de una lista de la compra en alguna entrañable reunión.
Pero ¡Ay, ay! Cuando te toca presidir. No te puedes escaquear, ni física ni mentalmente. Total, para que luego diga algún vecinito que te tocas el higo y que no haces nada por solucionar su problema. ¡No me *****!
Pero bueno, creo que lo peor ha pasado. Espero que el resto de mi "reinado" sea tranquilo.

lunes, 10 de octubre de 2011

MIEDO Y MIEDO

Miedo: Es una emoción desagradable, por una percepción real o no de peligro. Es una emoción un tanto animal o primitiva.

En la actualidad, que es lo que más conozco, nos provocan miedo unas cuantas cosas que no deberían. Por ejemplo, cuando cambiamos de trabajo, cuando vamos a una entrevista de trabajo, nuestra primera cita, cuando nos llama "a consultas" el jefe.
Convendreis conmigo que todo lo que he dicho no debería causarnos temor o miedo -salvo lo del jefe, porque algunos no son de miedo, sino de terror. Pero eso es otra historia-.

Esa sensación de desazón, incomodidad, ansiedad, nervios descontrolados, bien puede ser reflejo de lo poco que confiamos en nuestras capacidades. O resultado de una autoestima más baja de lo que debería ser.
Tememos el fracaso, tememos no gustar, tememos, tememos.
Muchas veces sufrimos por cosas que ni podemos controlar. Si no gustamos a alguien no tiene por qué ser culpa de nadie. Sencillamente no cuaja esa relación -laboral, de amistad, de pareja, etc-.

Yo soy la primera que cuando me presentan un proyecto nuevo dudo, me tiembla el pulso, pienso que no voy a poder, me preguntó que pasará si lo fastidio, etc. Y, por tanto, tengo miedo al fracaso. Y, lo reconozco, no siempre mi autoestima está al nivel del flotación.

Por eso, debemos pedir ayuda. No es cuestión de pensar que los psicólogos son los cocos. Ni los psiquiatras. Eso son zarandajas y ganas de no querer ver que nos pueden ayudar.
Claro que asistir a consulta es duro. Para superar ésto y seguir nuestro camino, primero han de ponernos un espejo delante. Y eso puede doler. Puede escocer. Pero nuestras madres nos decían al curar una herida "¿Escuece? Eso es que está curando".

Dejemos pues que nos curen estas heridas, que nos ayuden. Aunque nos escueza un poco. No podemos seguir así. Temerosos de cada paso, de cada esquina, de cada cambio. Así no podemos disfrutar de la vida, la familia, el trabajo, el tiempo libre. Nos perdemos tantas cosas.