jueves, 27 de septiembre de 2007

El vídeo más versáltil.

Buscanco unos vídeos, me he topado con este gran ejemplo de la versatilidad de algunos. No os pongo todos pero si una muestra. Me sorprendo contínuamente con la especie humana. Porque nunca se me habría ocurrido hacer esa coreografía y después ver qué sucede si le cambias la música.
No son lo que buscaba, pero no me he podido evitar -no he querido- haceros partícipes de esta curiosa multiversión.
A disfrutar, que son dos días.














martes, 25 de septiembre de 2007

Vértigo

Dos meses en la más alta de las norias. Y ya no se por dónde se sube y por dónde y cuando se baja. Tras un verano accidentado, un broche final inesperado me ha hecho perder el equilibrio y sentir vértigo.

Con frecuencia he soñado que tenía vértigo, que no podía fijar la mirada o que mis ojos se cerraban irremediablemente. Todo sucede mientras hablo, camino, trabajo o bailo jotas aragonesas. En ese momento, lo explico en base a la situación personal, laboral y/o emocional que esté viviendo.

Bueno, pues ahora me pasa todo junto y sin estar dormida. Aunque si puede que este algo atontada (o gilipollas que dirían algunas). Y no hablo del coche churrascado en lo más profundo. Ni de la caldera, fallecida en acto de servicio. Ni tampoco de la puerta blindada que hubo que joder-que-cara-cambiar. Ni mencionar la subvención perdida, por vivir en Babia (desde aquí un saludo a la norteña y linda comarca).

A todo esto ya estoy acostumbrada. Y no, no tengo síndrome de calimero. Las cosas han decidido, por unanimidad, pasarme todas juntas. Pues nada, a pasarlas toca.

Lo que más vértigo me da es el corazón. Y no hablo de fisiología, patología y demás. Mejor obviar eso también. Hablo del otro corazón, el que realmente tiene vida propia. que ha vuelto a engancharse de un igual. Le ha cogido por una aurícula, le ha tocado el culo -queda al nivel de los ventrículos, para vuestra información- y le ha hipnotizado para que sólo lata por mi.

Ahí, todo chulito. Llegó, vió y venció (bueno, más o menos).

Pero, de pronto, ha mirado hacia atrás y se ha sorprendido por lo que ha hecho sin darse cuenta. Y se ha quedado con la válvula abierta de par en par. Con pulsos temblorosos ha vuelto la mirada hacia sí mismo. Y la sensación de vértigo -casi olvidada- renació en toda su amplitud e intensidad.

Llegaría, vería y vencería. Pero, cual caballo de Troya, también se infiltraron en él y le tomaron al asalto.

Ya no late chulito, babea. No se contrae en una sístole fisiológica, sino en una sorisita medio boba. Bombeo alegría, miedo, felicidad y ansiedad a partes iguales. Y mis pies ya no me sujetan. No paro quieta, ni física ni mentalmente.

Me digo que no y que si. Miro al pasado e intento que se quede allí. Y muevo la boca y susurro lo que no me atrevo. Hablo, te hablo, con los ojos y las manos. Me sonrojo como una colegiala. Y el vértigo de la velocidad me hace frenar. Pero me doy una colleja y recupero la velocidad.

Ser natural.

Vivir.

Disfrutar.

Mirar al futuro a cuatro manos y sonreir.

Es lo que toca... Y que toque sin parar.