viernes, 26 de junio de 2009

CAMPAMENTOS URBANOS PARA MAYORES


Hace un par de días, llegaba un poco cansada -sin el poco-, a casa, cuando vi toda la calle atorada de coches. Miré el reloj y no salía de mi asombro. "Jodó, con el Bar, si que atrae clientela a estas horas". Cuando por fin conseguí aparcar, pasé por la puerta del colegio XXX que hay frente a casa. Salían un montón de buenas mozas, entradas en unas décadas nada escolares. Esperé ver un buen rebaño de infantes o adolescentes, desfilar alegres tras las actividades.

Mi sorpresa fue mayúscula. Allí no apareció ni un sólo ser humano en edad escolar -obligatoria-. Estando en esas, llegaron los "padres" o maridos y se llevaron a las buenas mozas, con sus bolsas de deporte y sus sonrisas de princesas.

Sorprendidita me quedé.

Ahora que terminan las clases, pueblan las aulas, madres y abuelas. Bueno, también mozos pero menos.

Y, mi alegría porque había terminado el cole -no por las clases, sino por el aparcamiento disponible- se va al garete.

Resulta que el centro, muy activo él, ha decidido poner actividades para los mayores. No es que me parezca mal. Para nada. Es que me sigo quedando sin plazas de aparcamiento a menos de 100m de mi casa.

Mecachisssss.

viernes, 19 de junio de 2009

DORMIR, TAL VEZ SOÑAR


La tarde cae a mi alrededor, como las hojas en otoño. Mi agenda está pletórica de trabajo. Algunas veces pienso que mis compromisos procrean entre si. En una orgía laboral perpetua.

Levanto la vista, del enésimo expediente, y observo que los tratamientos se apliquen como dije.

Un breve instante e imagino una playa tranquila y cristalina. Una sombra, una hamaca, un libro y tú.

Eternamente tú.

En todo momento, tú.

En los buenos momentos y en los no tanto, tú.

En los proyectos y en las ideas. Todo lo que soy lo comparto. Lo compartimos.

Te quiero aquí y allí.

Te busco bajo la sombra de la palmera y tras la pila de historias para actualizar. Te hago presente a voluntad. En mi presente, en mi pasado. En mi futuro, aunque no exista todavía, tu nombre, tus ojos, ya están en él.

Y con este calor... sólo quiero dormir en tus manos.

jueves, 18 de junio de 2009

CRIA - 1, ADULTA - 0


Este puente dejé en madrid treinta años y, la niña que soy, tomó las riendas de mis horas de libertad.

Subí a los tiovivos, visité la cueva de los piratas, el hotel de la cuarta dimensión y disparé a los marcianitos que se pusieron a tiro. Me probé el gorrito del pato Donald, olvidé todo viendo pasar el tren con Chip, Chop Daisy y demás.

Sólo hice unos "cientos" de fotos. Total, como la cámara es digital, si no me gustan se borran y punto.

Me sentí llena de ilusión y emoción. Olvidé horarios, trabajos y programaciones.

Es muy bueno salir y cesconectar. Ejercitar un pco la capacidad de disfrutar don "cosas de crías". Recuperar la frescura y la espontaneidad. Quiere decir que todavía hay posibilidad de redención para los malhumorados, serios y cascarrabias de adultos en que nos hemos convertido.

Paseamos sin mucho orden, por casitas rosas y azules. Por castillos que parecían de merengue. Todo sin enfadarnos por las inmensas colas, ni protestar mucho por el fuerte calor.




Todas fuimos un poquito más auténticas, más felices. Nuestras caras, aún cansadas, lucían sonrisas sinceras.

Pero no todo fue parque. Nos dió tiempo para otro montón de cosas. Visitar la Torre Eiffel, perdernos dos veces buscando el hotel por el campo y la carretera equivocada. Saber que el susodicho hotel -en nuestra ausencia- se incendió y por poco nos quedamos con lo puesto. Darnos un homenaje en una marisquería. Empaparnos, perder el avión. Comer croasanes superbuenos...

Y lo bueno, lo mejor, es que todo con una Disneysonrisa.

Dejemos que, de vez en cuando, nos visite la infancia. Recuperemos su frescura y espontaneidad. "Ahora" es la hora de empezar con ello.



miércoles, 10 de junio de 2009

LA CRIA QUE HAY EN MI


La cría que hay en mi, hace horas que dejó el trabajo, quedando sólo la parte madurita de mi persona cumpliendo con el deber.
La cría está imaginando cómo será estar en Eurodisney. Y ver los muñecos, los desfiles, los castillos.
Será como estar en tu tebeo, digo yo. Una pena que allí no esté mi adorado conejo de la suerte y su zanahoria. Pero prometo disfrutar como una posesa. No es para sorprenderse mucho. A fin de cuentas, me hice la foto de rigor con un lacasito en Nueva York... digo M&M. Así que os podéis esperar de todo.
Y hace ilusión, porque quiero verlo con ojos de cría, y olvidarme un poco de este trajín de adulta aburrida que algunas veces -siempre más de las que debería- me planto. Y hacer fotos a diestro y siniestro y reírme hasta de mi sombra.
Si me gustan los dibujos animados, no es extraño que me mole ir a pasear entre muñecos, princesas y demás.
Mira que estoy con la red enganchada y no he mirado ni una sola página del parque temático. Será que quiero conservar el misterio, como en la noche de reyes -en casa los reyes son sorpresa hasta el día 6 como está mandado-.
Bueno, muchachada, voy a terminar un par de tratamientos y me voy a preparar la bolsa -si, ya veis, la bolsa sin hacer-.
Que disfruten el puente, como yo voy a disfrutar mi escapada.

domingo, 7 de junio de 2009

MORRIÑA QUE LASTRA

La morriña, es un sentimiento muy gallego. No es dormir la siesta, ni tener sueño, eso es otra cosa. Morriña es añorar la tierra de una. Y generalizando, añorar algo o alguien.
Hoy he leido la columna de Elvira Lindo -siempre que puedo y me acuerdo- y hablaba de esa morriña, de la nostalgia del pasado. Ella concretamente hablaba de la tan traida nostalgia de los ochenta.
Tras leerla, he ido a mi blog, este mismo. Y he releido entradas y entradas. Y me he dado cuenta de una clara tendencia nostálgica en mis palabras. En mis historias. No ha dejado de sorprenderme.
No es que tenga especial predilección por el pasado, mi pasado. No siento que ya viví mis mejores años. Ni tampoco que lo que me espera no sea bueno, interesante, emocionante y/o divertido. Supongo que, a medida que acumulamos historia en nuestras espaldas, tenemos más cosas que recordar, más experiencia, más vivencias en las que apoyarte.
Además, la memoria es muy caprichosa, guarda los recuerdos de una manera personalizada. En mi caso, carga en los estantes principales los recuerdos más lustrosos, bonitos, tiernos, graciosos, curiosos y demás. Algo que realmente viene bien para mi salud mental. Por lo que, los tiempos pasados fueron mejores, porque quiero recordarlos así, porque los recuerdo así, en base a esos retazos de mi.
Pero todavía tengo muchas experiencias pendientes. Tengo a mi arrobita desde hace nada ¿Cómo voy a creer que lo mejor ya ha pasado? Hombre-por-favor.
Es más, me paso la vida haciendo planes. Y cambiándolos al momento siguiente si es necesario, obligatorio, me conviene o me apetece. Bueno, no todos, que no estoy tan loca, ni soy tan inestable.
Todo porque intento vivir el presente que, realmente, es lo único que tengo. De vez en cuando me tengo que recordar eso de que "la vida es eso que pasa mientras haces planes" o algo así.
Me gusta reirme con cosas del pasado, pero más me gusta encontrar pequeños instantes de felicidad para mis estanterías de la memoria.

viernes, 5 de junio de 2009

AFILADORRR


Hoy, cuando iba a una paciente a domicilio, escuché un soniquete lejanamente familiar. No porque fuera casi inaudible. Tampoco porque fuera de tierras lejanas. No era de dudosa familiaridad. Sino porque se alejaba en la lista de recuerdos.

Un silbido de tonos ascendentes y descendentes. Corto y repetido cada X tiempo.

Si... El Afilador.

Este afilador del siglo XXI, iba con su ciclomotor. Cogido por los cuernos. Caminando lentamente por la acera. Con boina y todo. Curiosamente, caminaba por las calles que pueblan los recuerdos de mi infancia. Mi antiguo barrio. Por un momento, no sabía si él era el anacronismo o el resto del mundo estábamos fuera de lugar.

Caminaba despacio, como si el mundo no corriera a tanta velocidad. Hasta su ropa estaba levemente fuera de tiempo.

Era curioso.

Porque lo que consiguió, a ritmo de silbido, fue lanzarme a recuerdos de infancia. Asociaciones que el corazón o el cerebro hilaron y muy fino.

Me colgó una sonrisa, para toda la tarde.