martes, 19 de febrero de 2013

MIMOS

Lllega un momento, en la vida de toda persona, que ha de afrontar unas necesidades urgentes y vitales. Da igual la edad, puede aparecer en cualquier momento, en cualquier circunstancia.

Estás tan bien y de pronto, empiezas a estornudar, a tiritar o a visitar el baño con demasiada frecuencia. El cuerpo deja de seguirte el ritmo y tira por el suyo propio. Te ralentiza, te carga de mocos, de fiebre, de dolor o todo junto.

Y es justo en ese momento, a traición, sin aviso previo, sientes una necesidad imperiosa de mimitos. Alguien que te acerque un vasito de agua, una manzanilla, una almohadita o un pañuelo de papel. Te sientes desvalida si no se acercan a ti y te besan la frente, te susurran que les llames para lo que sea o te acarician la mejilla mientras te miran con ojos tiernos.

Y te sientes una ovejita desvalida en un día de lluvia.

Benditos mimos, que hacen más llevadera la enfermedad.

sábado, 16 de febrero de 2013

Y ahora unos minutos de diversión.

UN BUEN DIA


Con la que está cayendo, cada vez tenemos menos ganas de celebrar nada. Resulta difícil juntarse con los compañeros de trabajo, con los amigos, la familia o desconocidos en la carnicería y no despotricar de la situación, de los chorizos que andan sueltos, de los impresentables que nos gobiernan y de los perdidos y frustrados que andamos todos.

Así que hay que aprovechar cualquier excusa para levantar el ánimo. Mis padres hoy hicieron 50 años de casados. Ahí es nada. Un par de días, vamos. Con sus más y sus menos, siguen juntos, con nosotras. Con sus ganancias y con sus pérdidas, que de todo hay en estos años. Y aún así, nos juntamos para celebrarlo. Porque hay que celebrar, hay que alegrarse, hay que echar unas risas.

Hemos de negarnos a perder lo bueno, a no aprovechar los momentos, las personas. La charla sosegada, las risas, las bromas, son vitales. Es urgente recuperar la ilusión. Es necesario recuperar parte de lo que nos caracteriza.

Por mis viejitos, en cuanto podáis, reír con todas vuestras ganas. Con todas vuestras fuerzas. Si ellos han llegado hasta aquí, nosotras también.

lunes, 4 de febrero de 2013

¡QUÉ BONITA CATEDRAL!

Todas, en más de una y de dos ocasiones, hemos visto prendas de vestir que nos han gustado, puestas en otra persona. Normalmente, se produce esta pequeña conversación:

- ¡Qué pantalón, camisa, vestido, abrigo,..., más bonito!
- ¡Pues tiene más años!

¿No os resulta extraña la respuesta? Puede que hasta os sintáis representados en esa respuesta. Que la contestación sea vuestra habitualmente. Pero, yo me pregunto ¿Por qué me cuentas que es viejita si no te lo he preguntado, ni hecho notar?

Es como si voy a León y le digo a un paisano "¡Qué catedral más bonita!" y el paisano en cuestión me contesta "¡uf, pues tiene más años!".

¿Por qué lo hacemos? ¿Nos excusamos en su vejez porque nos da cosa aceptar el cumplido?¿Es por dejar claro que ya no se hace ropa como la de antes?¿Es para que no piensen que somos insultántemente ricos y que nos compramos ropa superchachi pero cara de la muerte?

Porque alguna explicación tiene que tener mezclar churras con merinas ¿No os parece?¿Habéis respondido así alguna vez?¿Por qué?