viernes, 18 de mayo de 2007

El último día (I)

Hacía frío, no te habías dado cuenta. Siempre te pasaba igual, pensabas que era suficiente ropa y te quedabas corta. Y estabas helada en la parada del autobús. Sin embargo, si volvías a casa, no llegarías a tiempo. Y eso si que no. Antes pillabas una pulmonía.
Así que, te dedicabas a pasear arriba y abajo, por detrás de la parada del autobús. Mirando de soslayo el final de la calle. Deseando que apareciera el rojo característico. Ese autobús que, por última vez, te llevaría a ella.
Recordarlo se clavó a traición, como una flecha lanzada desde la distancia. Y te encogiste un poco más. No por el frío, sino por el dolor de esa realidad. Puede que no os volvierais a ver. Lo más seguro.
La ciudad no volvería a ser la misma sin ella. Sin la persona que te obligó a levantar la vista del suelo, de tus papeles, de tu mundo. Que te mostró tu propia ciudad. Su luz, sus parques, sus calles, su bullicio. Sus rincones, ahora los más queridos para ti.
Nada volvería a ser igual. Y ella se marcharía sin saber cuanto significaba para ti. Cuanto dolor iba a quedar pegado a su recuerdo. A su ausencia. No le habías dicho nada y ahora, cuando la separación era inevitable, te arrepentías mil veces por haber callado.
Bueno, aprovecharías esa última jornada. Ese último paseo. Esa gran complicidad etnre las dos. Estabas dispuesta a aprovechar cada mirada, cada roce, cada sonrisa. Atesorarías todo. Porque todo eso sería lo que te nutriera hasta Dios sabe cuando.
A medida que el autobús te acercaba al destino, los nervios se acrecentaban. La inevitabilidad del deseo crecía en tu nterior. Si, la deseabas. Deseabas poder recorrer su cuerpo y no sólo con el pensamiento y la imaginación. Ardían tus manos por rozarla. Dolía todo tu cuerpo por su ausencia. No podías evitar deshacerte, cuando ella te cogía por los hombros. Cuando su mano se entrelazaba con la tuya. Lo habías descubierto la primera vez que os saludasteis. Cuando, con aquel beso, se llevó tu corazón en los labios. Tu mejilla quedó marcada a fuego. Para siempre.
No tuviste que esperar en la plaza. Su alta silueta se acercaba decidida hacia ti. Podías sentir la fuerza que irradiaba bajo aquel largo abrigo que tanto te gustaba. Una luminosa sonrisa te cegó. Siempre tan alegre, tan resuelta. Te saludó efusivamente, como siempre lo hacía. Aproximando peligrosamente, sus labios a la comisura de tu boca. Y tú te deshacías.
Quería ir al puente donde quedasteis por primera vez. Es más, al fijarte un poco más, viste que se había vestido exactamente igual que aquel día. Hacía justo una semana.
No tenías problemas para volver. Cualquier sitio parecía perfecto para estar con ella. Para pasear. Te cogió por los hombros, como siempre hacía. Con aquel amistoso gesto que tanto te gustaba. Mientras, te contaba su último día de curso. La fiesta, la comida, las risas. Había hecho amigos. Habían cruzado los correos y los móviles. Pero tú sólo escuchabas el sonido de su voz. Captabas la idea. Lo justo para poder seguir la conversacion sin parecer imbécil.

14 comentarios:

Nethan dijo...

ay, lunares, pero ¡que bien escribes, joía!.

Olga dijo...

Oh, gracias, conseguirás sacar el rojito ese que se esconde en mis mejillas.

Nethan dijo...

¡Sácalo! que yo lo pulo.

ana31 dijo...

ummm...sencillamente encantador...

Olga dijo...

Espero que lo que resta de la minihistoria siga mereciendo esos comentarios.
¿pulir mi rojito? Ay Dios, que ya he ligado...
Ana cielo, "encantador"... utilizais unas palabras que me hacen sentir... aysssss.

Nethan dijo...

Bueno lunares, nos arriesgaremos. Mejor dicho, te arriesgarás tu, jijiji.

Anónimo dijo...

lunares me haces sentir la magia de la vida, ultimamente he leido algunas cosas tuyas y es como si describieras pedacitos de mi vida de una manera muy linda.1beso

Olga dijo...

Anónimo, los sentimientos no son exclusividad mía. Si mis palabras han conseguido lo que dices, habrán merecido la pena. Me alegra que me sigas.
Ays, sólo me queda saber quién sois.

Anónimo dijo...

Que bonito, Lunares, venga sigue que no puedes dejarnos asi.

Olga dijo...

vaaaaaaaaaale, lo reconozco, sólo quería crear expectación... No, es que de una tacada quedaba demasiado largo. Pondré el resto, tranquilas.

Anónimo dijo...

Cuando leo relatos como este pues me pongo a pensar y pierdo la nocion del tiempo y del espacio pues salgo de la realidad y me llego a imaginar tantas cosas y llego a pensar si seran reales o simplemente es un juego de imaginacion aver lunares de las mariquitas! es real? o es ficcion? no importa es fenomenal se siente bien leer cosas asi eres especial en todas las formas!!!! q me he dado cuenta y he concluido q esta historia es real y muy descriptiva y he quedado sin palabras!!!

ANHITA!

Olga dijo...

Anhita son palabras que expresan cosas, tan reales como la vida misma. Pero que no tienen por qué haber sucedido.
Pero, en estos casos, cualquier parecido con la realidad... es pura...

Olga dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

quiero masssssssssss!!!!!!
:D