lunes, 3 de agosto de 2015

¿ESTÁS PREPARADO PARA MORIR?

Tengo 45 años, obesidad -soy una superfofisana-, ningún otro problema médico, trabajo estable, una esposa adorable, una familia estupenda, unos cuantos buenos amigos, una perra y dos gatos.
También tengo unos cuantos "Un día de éstos" y otros tantos "En cuanto tal, haré Pascual" y tonterías similares. Que yo también tengo cosas superimportantes que o pueden esperar, como todos los demás.

Sin embargo, el viernes y gracias a una sencilla infección, casi me voy al otro barrio y por la vía rápida. Una reacción alérgica grave (anafilaxia) me puso en el disparadero. Fue tomar la primera cápsula del antibiótico y cinco minutos después tenía las palmas y las plantas ardientes, rojas y con gran picazón. 
En casa dije "Nos vamos al centro de salud, porque creo que estoy teniendo una reacción alérgica".



Afortunadamente vivo a dos minutos en coche de mi centro de salud, donde me atendieron "ESTUPENDA Y RÁPIDAMENTE". Menos mal, porque llegué con una urticaria generalizada, me iba hinchando como un globo. Mi lengua, la cara, los labios se iban hinchando también. Empezaba a tener problemas respiratorios y un dolor abdominal nivel "me estoy poniendo de parto". 

El tratamiento también es la caña. Y sabe de lo que hablo el que ha recibido vía intravenosa Urbasón y Adrenalina "¡Qué horror!". Como que no le deseo a nadie lo que yo pasé el viernes.
Una vez estabilizada, terminé en urgencias del Hospital. Hasta la mañana siguiente y con la tranquilidad de tener todo bajo control. Y una servidora reventada.

Así, como quien no quiere la cosa, casi la palmo. Si llego a aguantar más "a ver si se me pasa", si me pilla de excursión en el monte, si en mi pueblo no hay consultorio... 

Ahora toca ir a las benditas pruebas de alergia. Ver qué pasa, hacerme chapas, carnets o tatuajes en el pecho. Y rezar para que no se repita.

Y también toca volver a vivir y pasar de los "Un día de éstos", a poner las cosas en la agenda. Pasar a la acción.
Tengo cuatro cosas, pero voy a testar. Si, que si, que tengo toda la vida por delante... o no. Esto no es como aquellos marineros antiguos que no querían aprender a nadar para no tentar a la mar.

Voy a dejar los complejos, los miedos y los temores, en el lugar que les corresponde. No van a desaparecer, pero no me van a paralizar. 
Junto con mi mujer, que también sufrió lo suyo viéndome retorcerme como una lagartija, hemos acordado llevarnos a cenar con cierta periodicidad. Que el amor no vive del aire precisamente. Para empezar, claro. Que las parejas necesitan tiempo y mimo.

¿Y vosotros? ¿Estáis preparados para morir? O mejor dicho ¿Estáis viviendo?

1 comentario:

Ana María dijo...

No se te ocurra irte al otro barrio...a no ser que sea literal.