lunes, 27 de mayo de 2013

VIAJAR CON MASCOTAS

Se acercan las ansiadas vacaciones de verano. Y la familia está preparada para poner pies en polvorosa. Esta vez nos llevaremos a mis padres, mi hermana, Trasto y Neska. Los gatos dicen que se "sacrifican" y se quedan guardando la casa ¡Qué majos!

Esta vez, por extraño que parezca, arrobita y yo queremos algo tranquilo. Que podamos llegar en coche y que admitan animales. Cosa que lo complica un poco.

No es que sea imposible encontrar alojamiento que admita perros, pero todo va muy lento. No comprendo esa actitud con los perros. Los humanos somos mucho peores. Pero esa es la queja de casi todos los que tenemos animales de compañía e intentamos ser respetuosos con los demás y el entorno. Así que no voy a lloriquear, mientras veo niños y mayores hacer el burro, decir groserías, ensuciar y molestar... (bueno, vale, sólo un poquito).

La verdad es que te dan ganas de tirar hacia Francia. Sólo cruzar la frontera y las cosas cambian ostensiblemente. Hasta puedo entrar en comercios tipo El Corte Inglés, sin problema alguno. Recuerdo la cara de sorpresa de la dependienta cuando pregunté si Neska podía entrar mientras echaba un vistazo a la ropa de temporada.

Lo bueno que tiene, es que la búsqueda de alojamiento se torna más fácil, pues se acorta la lista de hoteles/hostales/aptos/casas rurales que inspeccionar.

Poco a poco, la gente se va dando cuenta que es una tontería esa discriminación. Al igual que sucede con las personas, sólo hay que pagar lo que se rompa, llamar la atención cuando alteren el orden del local, etc... Como con jóvenes, niños, ancianos, etc.

Ah, mi perra no roba albornoces, ni se bebe todo lo del mueble bar, ni se guarda las toallas, etc.

Vamos a intentar encontrar algo majete por la costa mediterránea. A ver que encontramos para toda la troupe. 


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