viernes, 19 de abril de 2013

Y EL FIN DEL MUNDO... NO LLEGÓ

A estas alturas de la fiesta, no tienen ni pies ni cabezas las estúpidas afirmaciones de los homófobos. Es como si vivieran en el siglo XII, en una isla aislada y con los conocimientos de un topo.

En pleno siglo XXI se siguen asociando consecuencias apocalípticas a la aprobación del matrimonio homosexual -o cualquier derecho a la igualdad en cuestión de orientación-. Parece que esto de la aldea global no va con ellos.

Se le puede culpar, a ese nuevo paso en la igualdad, de atentados -obviamente mandados por el Dios de turno-, de sequía, de diluvios, de atentados, del final de la especie, de todos los divorcios heterosexuales, de las enfermedades más variadas, de la crisis, etc.

¡Basta ya! Por favor. Un poco de decencia, porque lo que hacen es quedar en evidencia.

Si todo eso fuera a pasar en el país de turno, ya habría pasado en todos los que con anterioridad han dado luz verde a un derecho. 

Que yo sepa, no ha desaparecido la población de ningún país. Tampoco se han divorciado todos los matrimonios de un estado, al aprobarse el matrimonio gay. No se han secado las cuencas fluviales por derogar la pena de muerte por amar a una persona de tu sexo.
Y así hasta el infinito.

La verdad es que, cuando se ha dejado de penalizar el hecho en si de ser homosexual, la vida ha seguido exactamente igual para los heterosexuales. Lo que se ha visto es que, tras podernos casar en España, mis padres siguen casados -y no se han planteado casarse con mis vecinos o vecinas-. Mis primos siguen casados, siguen viviendo con sus hijas y quedando con sus amigos. Mi tía sigue igual de enferma y las hipotecas cuestan un esfuerzo más el pagarlas.

Como se dijo "Sin novedad en el Alcazar".

Así que, persona homófoba "Superalo" y vive. Y si te da por querer casarte con tu amiga de la infancia, puede que sólo sea que siempre la quisiste y no te permitiste ser feliz.

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