sábado, 16 de marzo de 2013

EL CURA EN LA BODA


Hace ya unos años que pasé por vicaria, digo Ayuntamiento. Para no vivir en pecado, en pecado civil claro.

Ahora me toca estar del otro lado. Del lado de los que casan. Aunque, en mi caso, es más testimonial que otra cosa. Que la que tiene el poder de casar es otra moza.

Una de mis mejores amigas se casa en Nueva York. Servidora y arrobita acudimos de buen grado. Pero además, dentro de la variopinta celebración, tengo mi huequito. Yo seré la que pregunte en castellano si se aceptan como esposas, para amarse, respetarse, cuidarse y hasta que las muerte las separe.

Y diré unas palabritas en el brindis. Encima en inglés. Así que ando un poco nerviosa y soltando palabras en inglés a diestro y siniestro. Que los ancianos se me quedan mirando un poco preocupados. Porque nosequemepasaenlaboca que hablo raruno.

Realmente emociona participar activamente en la boda de tus amigos. Y más si encima no es la típica lectura en la misa, o las preces -por muy personalizadas que éstas sean-.

Y que si el traje de boda civil, que si el traje del cóctel del día de antes, que si me combinan los accesorios,... ya os digo, un sinvivir.

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