martes, 19 de febrero de 2013

MIMOS

Lllega un momento, en la vida de toda persona, que ha de afrontar unas necesidades urgentes y vitales. Da igual la edad, puede aparecer en cualquier momento, en cualquier circunstancia.

Estás tan bien y de pronto, empiezas a estornudar, a tiritar o a visitar el baño con demasiada frecuencia. El cuerpo deja de seguirte el ritmo y tira por el suyo propio. Te ralentiza, te carga de mocos, de fiebre, de dolor o todo junto.

Y es justo en ese momento, a traición, sin aviso previo, sientes una necesidad imperiosa de mimitos. Alguien que te acerque un vasito de agua, una manzanilla, una almohadita o un pañuelo de papel. Te sientes desvalida si no se acercan a ti y te besan la frente, te susurran que les llames para lo que sea o te acarician la mejilla mientras te miran con ojos tiernos.

Y te sientes una ovejita desvalida en un día de lluvia.

Benditos mimos, que hacen más llevadera la enfermedad.