domingo, 11 de diciembre de 2011

LA BUENA EDUCACIÓN

Últimamente no me inspira entrar en la zona participativa de las noticias. Lees una noticia, del tipo que sea, te vas a las opiniones y dos merecen la pena. El resto son bravatas, tonterías, insultos, alucinaciones verbales y similares. Obviamente todo con nombres raros, ridículos o sencillamente anónimos. ¿Ya no sabemos hablar de manera coherente?¿Nada bueno que aportar? De todos es conocido el "Si no puedes decir nada bueno, cállate". Una pena que no se ejerza con más frecuencia. Eso tan bueno que tenía la red, la libertad, la posibilidad de exponer tu opinión, de dialogar, compartir, se queda en insultos y estupideces. Será que no damos para más. Amparados en el anonimato dejamos libre ese yo profundo que tenemos encerrado. Y nos dedicamos a insultar, amenazar, a lanzar ideas delirantes sin base y crucificamos al que no comulga con nosotros. El anonimato, ese que ayuda a lidiar con dictaduras, con secretos que nos amenazan, que pueden ayudar a sociedades secuestradas caminar hacia la libertad, también ampara lo peor. ¿Cómo encontrar el equilibrio? ¿Cómo mantener esa ayuda y limitar la demencia? Es importante establecer este equilibrio. Luchar por ese estupendo potencial.  A diario comparto la red con personas que me aportan mucho, como persona, como mujer, como profesional sanitario. Me gusta. Soy una persona curiosa, me gusta conocer gente, charlar, reír. Pero casi he perdido las ganas de opinar sobre las noticias, entrar en los foros que no son los habituales, porque lo que leo destroza la noticia. Destruye la conversación y la participación. Realmente te desanimas. Y eso no es bueno.

1 comentario:

Unknown dijo...

Parece que en tiempos de democracia cada vez mas molesta la opinión sincera de las personas y molesta que se de la contraria ha según que posiciones. Creo que es cuando mas hemos de insistir ya que si algo es repudiado y contestado sin contemplación y de manera despectiva es que has dado en el clavo. La voz nunca debe ser apagada y se tiene que hacer saber a quien se equivoca que esta equivocado. No se puede silenciar la palabra porque moleste siempre que sea, claro esta, en los mismos términos con los que se quiere disputar, claridad, respeto y tolerancia, democracia alfin y al cabo. La palabra es una herramienta muy eficaz nunca se debe silenciar.