martes, 27 de agosto de 2013

EL PROBLEMA DE LA DIFERENCIA

Nos pasamos parte de la vida intentando ser como los demás, y el resto buscando diferenciarnos, encontrar algo que nos haga distintos.

Avanzamos, damos grandes pasos en el camino de la igualdad. Pero no siempre hacia ella. Sobretodo viendo lo que hay que luchar en  CamerúnRusiaFrancia, República Dominicana o Kazajistán, por citar algunos ejemplos. Cualquiera diría y con razón, que un día de estos me van a dar un macetazo nada más salir a la calle.

Recuerdo, con una triste sonrisa, aquella chica que, hace 20 años, me decía que no era necesario ser tan reivindicativo pues la igualdad estaba conseguida. ¡Conseguida en España hace veinte años! no se podía estar más equivocada, más ciega o más armarizada.

No podíamos casarnos, ni adoptar (ni a los hijos de la pareja), no podíamos compartir cartilla de la Seguridad Social, ni plantearnos hacer la declaración de la Renta conjunta. Si le pasaba algo a tu pareja, quien decidía en el hospital era su familia. No te dabas un beso por la calle ni harta de vino. Te echaban a correazos de casa, del trabajo y del pueblo si se enteraban que eras homosexual...

Y es que el problema no es la diferencia en si. El problema está en ASUMIR, ACEPTAR que la diferencia existe. Que la normalidad no es cuestión de porcentajes. La igualdad no implica que todos seamos "literalmente" iguales. Porque los zurdos, los ambidestros, los pelirrojos, los albinos, los que tienen un tercer pezón, etc, lo llevarían fatal. 

La igualdad es tener los mismos derechos y los mismos deberes. Las mismas oportunidades. La igualdad es respetar a los demás (NO "tolerar", por amor de Dios). Es estar cubiertos por las mismas leyes. 

No se si prefiero que vayan todos a Rusia. TODOS. Y que patrocinen las olimpiadas con grandes anuncios con la bandera del arcoiris de fondo. Que las hamburguesas sean de colores. Que el desfile inaugural se desborde de banderitas del arcoiris. Y que todos los deportistas tengan una detalle. Por todos aquellos que tienen miedo a acudir, todos los que irán sin poder ser naturales. Por todos los que, detrás del estadio pueden ser apaleados.

Me gustaría que los comités olímpicos se acuerden de los deportistas homosexuales. De los aficionados gays. 

No habrá igualdad mientras se persiga al diferente, mientras se utilice al distinto para canalizar la frustración, para tapar los chanchullos, para cegar a la gente, para ganar votos.

Quiero poder pagarte con la misma moneda en cualquier parte del mundo: respeto, educación, igualdad.



2 comentarios:

cereza dijo...

Puede que esta sucesión de actos homófobos ponga de pie a muchas personas que ya entienden que no se puede moralizar lo natural, ni pretender tapar el sol con dos dedos. De alguna manera también es una oportunidad de luchar por la igualdad en grandes dosis.
Al menos eso espero.
Yo aún hoy en España y viviendo en una ciudad relativamente pequeña siento que nos miran demasiado cuando caminamos de manos dadas por la calle.
Aún queda y no será fácil.
Un abrazo

Olga dijo...

No sólo en tu ciudad. Hay lugares de Madrid, por los que yo tampoco me muestro cariñosa. Mucha gente no sabe lo que es sentir esa pequeña desazón, que te hace vigilar tu espalda según donde estés.
Un besote.