Hay gente muy bromista y divertida a la vez. Hay gente que no tiene gracia ni para saludar. Pero la inmensa mayoría, hacemos chistes y bromas con más o menos suerte.
Pero lo que no me gusta nada es el cansino. Aquel que te repite el chiste o la broma dos millones de veces. Y encima quiere que te siga gustando o te siga cayendo bien la cosa.
Pues no, cuando vamos por la vigésimo primera repetición, maldita la gracia que tiene. Más si es una pullita. Hay que tener gracia para darle el punto a la pullita, pero también ...¿Prudencia?¿Inteligencia?¿Buen tino? Para saber parar a tiempo.
Porque yo tengo mucha paciencia, bastante. Pero cuando
me llegan a la lámpara del techo salto. Y puedo ser fría y cruel. Si, no soy un angelito. Al igual que soy frágil y débil, y se me puede herir, con cierta facilidad. Se dónde dar, no siempre pero si alguna vez.
Así que no te muestres ofendido y rasgues tus vestiduras, ni salgas por los cerros de Úbeda, cuando salto y digo que pares y que ya estoy hasta el timpanillo.
A ver si aprendemos, ya de paso, a no mezclar churras con merinas.
2 comentarios:
Je, je... Ties toa la rason...
Bueno, por lo menos, esta bromita cesó. Hasta que encuentren la próxima gracia que forzar.
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