domingo, 28 de diciembre de 2014

GOLPE FINAL

Supo que todo había terminado en ese mismo momento. Agazapada, envuelta en sudor y mocos. Un segundo interminable. Ese que se pasaba entre que se abrazaba fuertemente y sentía un golpe múltiple. Golpe en cuerpo, golpe en el corazón, golpe en su autoestima. Siempre un poco más fatal que el anterior. Pero éste, éste iba a ser el definitivo. Ya no tenía fuerzas. Ya no encontró recuerdo, pensamiento, deseo, sentimiento o persona que la mantuviera a flote.

Había hecho las paces consigo misma y sólo esperaba el golpe para desaparecer. Para liberarse, para volver a ver la luz a través de sus eternamente tristes ojos. Para volver a ser aquella alegre chica del grupo de los fines de semana. Cuando le conoció y con su galantería, sus palabras y sus gestos, la cortejaba como un caballero.

Ella siempre pensó que había sido una suerte encontrarle. Por lo que dejó pasar el mal gesto, las palabras soeces y hasta los insultos. Para compensar, ella fue dejando por el camino la risa, la alegría y la luz de sus ojos. Encogió con cada día gris y con cada noche a su lado.

Mientras él empezó a ponerle la mano encima, ella rezaba para que cayera un rayo definitivo. No para que se lo llevara a él. Sino para desaparecer ella. Para volatilizarse y dejarle con dos palmos de narices. Con las narices y esas manotas que hacía años que no acariciaban. Sólo medían a golpes cada centímetro de su piel. Aquello no podía ser amor. Aquello no podía inspirarlo el amor.

Pero ahora, justo cuando había llegado al límite de sus fuerzas, el golpe de gracia no llegaba. Y no se atrevía a levantar la cabeza. No podía ni abrir los ojos. Esperando siempre que él se riera en su cara y se la cruzara con la furia de un día de guerra. Siguió en aquel rincón del salón, escondida, temblorosa e hipando.

Dio un salto, cuando sintió un suave roce en el hombro. No entendía nada, no sabía qué estaba pasando. Un golpe como una caricia. Eso era nuevo. Un empujón que sabía a cariño. Poco a poco levantó la vista. Y vio a su marido tirado en el sofá, sujetándose la cabeza que sangraba con profusión. No, no, no podía ser ¿Qué había pasado? Miró a su alrededor, mientras unas manos tiraban de ella hacia arriba.

Poco a poco, unas voces lejanas fueron acercándose. Y más una voz suave, cariñosa, dulce. Pero no podía dejar de mirarle, con ojos de pánico. Podía levantarse, podía arrebatarla de aquel de aquel suave contacto y devolverla a la realidad. Y esa nueva perdida ... No, eso no podía perderlo. Miró a su derecha. Siguió los brazos que mandaban en aquellas firmes y suaves manos. Un hombre la miraba con cariño. Le susurraba palabras "Ya todo ha terminado. Ahora nosotros le ayudaremos".

Los sonidos de la casa volvieron poco a poco a llenar sus oídos. Las sirenas al otro lado de la ventana, los walkies de los policías, los gemidos de su marido mientras lo levantaban. Él se revolvió, como un animal acorralado, cuando intentaron esposarle. Varias personas uniformadas se abalanzaron sobre él. Ella dio un salto hacia atrás, temblando como una hoja. Se oyó a sí misma gritar: "¡No, no. No le dejen acercarse a mi!¡Me matará!". Por unos instantes, forcejeó con las manos que tiraban de ella. Hasta que comprendió, no supo muy bien cómo, que querían sacarla de allí. Evitarle todo el espectáculo del arresto.

Mientras bajaba las escaleras, las piernas dejaron de sostenerla y se sintió desfallecer. No podía ser verdad. No podía creer que su suerte hubiera cambiado. Y también sintió el vacío del "Y ahora ¿qué!". Y las terribles visiones que le vinieron al pensar "¿Y si vuelve?" No, no y no. Y no sabía muy bien qué negaba de manera tan obsesiva. La libertad, tan al alcance de la mano, podía llegar a ser aterradora, tras tanto tiempo buscándola por las esquinas de la casa.

Ya en la calle, rodeada de policía, vio como él salía entre una nube de policías. Había recibido un poco de lo que ella había recibido a manos llenas y durante años. Antes de entrar a empujones en el coche policial miró a su mujer. Los ojos inyectados de furia y miedo.

Pero ella no lo vio. Había vuelto los ojos al policía y su atención a sus palabras. Tan reconfortantes como la sensación de liberación que corría por sus venas. 

sábado, 27 de diciembre de 2014

EMPEZANDO...PARANDO

Hace una entrada, os conté que ya tenía mi lista de buenos propósitos. Y no creáis que ha caído en saco roto. No he olvidado esa lista. Porque creo que me lo merezco.

Es más, como me quiero un poquito, también he iniciado un aumento progresivo de actividad física... Quizá algunas crean que "demasiado" progresivamente, jejeje. Cuestión de puntos de vista.

El caso es que además de caminar un mínimo diario, he iniciado un programa con la bici estática y con la máquina infernal, esa que simula que subes escalones (vale, llamarla infernal no nos hace más amigas).

No voy mal, quizá despacio, pero voy. Y estoy dispuesta a insistir, a permanecer en el camino... Siempre y cuando no se me cruce una bronquitis espantosa. El sólo hecho de moverme por la casa acelera mi pulso y termino dejando escapar un bronquiolito de tanto toser.  ¡Hay que fastidiarse!

Pero noooo, no lo voy a dejar. Una vez que me pongo soy una máquina, nada me aleja de mi objetivo, no pararé...bueno voy a empezar por intentar que este parón no me pegue al sofá. Queda mucho año para conseguir mis propósitos. Y siempre cuento con gente que me quiere y me ayuda a conseguirlos.

Planté un pie fuera de mi zona de confort y me gustó.


domingo, 30 de noviembre de 2014

MI LISTA DE BUENOS PROPÓSITOS

Cualquier momento es bueno para los buenos propósitos. O por lo menos, para hacer la nuestra. Eso es lo que dicen los que despotrican de las listas de Navidad para el año siguientente, o para el inicio del curso escolar.
Pues yo he decidido que ese buen día es hoy. Así que desde hoy mismo, me propongo llorar más pero de risa.
Salir corriendo hacia el arcoiris. Esconderme de la tristeza y a romper mi lado oscuro. Quiero morir mil veces, de gustito. Y vivir un invierno de regalos, chimeneas, caldos y muñecos de nieve.
Voy a callar esos comentarios que no llevan a nada bueno. Y llenar esos huecos de palabras de ánimo y de reconocimiento.
Voy a hacer que mi comunicación no verbal se trufe de abrazos y gestos amistosos y sinceros.
Voy a deslomarme a charlar con los amigos y quedarme afónica de rebelar tantos "Te quiero" que me quedan sin dar.
Ya se, ya se, puede que os parezca un poco raro. Pero nadie me ha dicho que sea imposible. Sólo es ponerse. 

martes, 11 de noviembre de 2014

SOY UNA LLORICA

Últimamente, lloriqueo mucho. Si, lo reconozco. Y cada vez lo hago con más soltura.

Que si tengo mucho trabajo, que si estoy superada. Que si mi jefe no me comprende, que si ese trabajo no es mío. Que si no tengo tiempo para formarme, que si no me dan formación en la empresa. Que si siempre estoy cansada, que si no se qué hacer para cenar. Que si no me entienden, que si no me entiendo...

Una llorica, vamos.

Y por cosas, como veis, superimportantes...

Después, llega tu amiga. La misma que hace tres años, perdió a su hermana mediana, por culpa de un cáncer de mama. La misma que, hace un mes, y después de recibir con alegría la maternidad de su otra hermana -la pequeña-, ésta le informa de otro cáncer de mama.

Si, esa amiga que afronta nuevamente una situación extenuante, un calvario, un camino lleno de dudas, miedo y temor. Pero está muy bien acompañada. Con una familia que ha sabido dar la talla. De esas de "A las duras y a las maduras".

Y de postre, cuando todo pase -porque esta vez si pasará-, una mastectomía bilateral radical preventiva. Porque no está dispuesta a dejar que el cáncer le amargue más su vida. Si hay que tomar medidas drásticas, se toman.

Y todos a una.

Y ahora ¿Quién puede seguir siendo una llorica?

¡¡ANIMO, NO ESTAIS SÓLOS!!

jueves, 23 de octubre de 2014

A UN METRO DE NUEVA YORK

En el metro de Nueva York, también piden de vagón en vagón. En lugar de cantar con una guitarra, te ponen el equipo de música y te bailan break. Entra y sale gente, con el carro de la compra, la mochila o los taconazos. 

Pocos libros y muchos auriculares. Pobres, madres, turistas y trabajadores de toda índole. Este metro no ha cambiado en años. Quizá sea un poco más seguro.

Algunos te ceden el sitio si vas con otra persona, para así poder sentarse juntos. Otros, con la misma desgana que en Madrid, retiran su bolso del asiento libre contiguo como si te fueras a sentar encima de sus piernas. Los hay que, al cruzarse con tu mirada, te sonríen, otros no pueden porque no la levantan del suelo.

Muchas deportivas y gorras (muchas más que en Madrid). Hay un montón de sueño o de cansancio. Y muchas caras que dicen "Estoy pensando" y, por el rictus, no es en las vacaciones.

Las paredes del camino también lucen pintadas de autor y los días grises siguen siendo igual de grises. Últimamente, parece que todos los metros van más grises que antaño. 

En este metro, como en el nuestro, estos días se habló del ébola, de miedos y de paranoias compartidas. Quizá la diferencia entre metros, sea el color de la piel que impera. Pero ¿Importa? Las necesidades, los sueños, la soledad y la ilusión no entienden de colores y viajan en un mismo vagón.


miércoles, 15 de octubre de 2014

TRIBUS AÉREAS

El mundo de los vuelos es todo un universo, con sus modas y su fauna propia. Pero cada uno en su sitio. No mezclemos vuelos nacionales, regionales, transoceánicos o interestelares. Cada uno a lo suyo.
Entre la fauna de los vuelos transoceánicos, se ha generalizado el uso de las almohadillas cervicales para el vuelo. No las que facilita la línea aérea. La fauna transoceánica luce orgullosa sus trofeos de otros vuelos, regalos de cumpleaños, Reyes o Papá Noel. Para ser un buen indígena de estas rutas, debes subir con tu almohada de descanso lista. No en la bolsa, en la mano o atada a la maleta de cabina. Si tienes pedigrí debes llevarla puesta. Como el collar de perlas, la gorra, las cuatro bolsas del duty-free y el bolso tamaño carro de la compra - que por algo no hay que pagar por esos bultos de cabina-.
Pero, a lo que iba, debes llevar la almohadilla puesta, como si salieras  directamente de urgencias de traumatología. Con collarín incluido. Y a ser posible de colores llamativos, lunares, o todo junto - porque tu lo vales-. 
Además, es imprescindible estar la primera en la puerta de embarque, aunque tengas que embarcar la última. Para qué todos, al esquivarte, puedan admirar la composición. Con tu almohadilla, el bolso, la maleta de cabina y las cuatro bolsas del duty-free.
Una vez en el avión, la indígena de estas rutas, JAMÁS se retira la almohadilla del cuello. Da igual que duermas, leas, veas la película, cenes o visites el nanoaseo.
Antes muerta que sencilla, que dice la canción.
Aunque, bien mirado, si lo llevas siempre al cuello, tendrás las manos siempre dispuestas para una nueva bolsa del duty-free y no te lo olvidarás en parte alguna.
Son listos los miembros de esta tribu.

domingo, 21 de septiembre de 2014

ME QUEDO, ME VOY

Sin apenas darse cuenta, la lluvia emborronó los cristales del coche. En su interior, Lola tenía la mirada perdida al fondo de la calle.

Llevaba un par de horas allí plantada. La espalda empezaba a contar los minutos. Los mismos que ella había dejado de controlar hacía rato. Manipuló una palanca y el cristal dejó pasar la claridad y la nitidez necesaria, aunque brevemente, para reconocer la calle y sus gentes. Nada más se movía en el coche. Bueno, si, el dedo corazón de su mano derecha tamborileaba sobre la palanca de cambios. Por lo demás, permanecía inmóvil.

Un rato después, con las farolas encendidas, la lluvia descargaba a placer, como si no hubiera un mañana. Lola recitaba un monólogo silencioso. El mismo que llevaba repitiendo desde que aparcó allí. Hoy era su fecha límite. Sí o no. Si era NO, mañana pondría tierra de por medio. Aceptaría el trabajo en Santander.

De pronto, una figura familiar apareció al fondo de la calle. Una figura borrosa, con un pequeño paraguas de bolso, luchando contra las inclemencias del tiempo. Y perdiendo.

Las malditas tormentas de finales del verano.

Como espoleada por un recóndito resorte del asiento, Lola salió del coche y bajo la calle.

La mujer que subía, levantó los ojos y reconoció a Lola, que se empapaba bajo la lluvia, caminando a paso rápido hacia ella.

- Lola ¡Estás empapándote!
- Eh... Hola Cris... Pues si - Confirmó dándose cuenta en ese mismo instante de que se estaba empapando bajo la intensa lluvia y sin posibilidades protejerse. "Me voy para Santander".
- ¿Qué haces aquí? - Preguntó Cristina sorprendida-.
- Tengo dos cosas que contarte - tragó saliva-.
- Vale. Pues sube a casa y me lo cuentas. Que te vas a enfriar.
- No -respondió algo brusca y esquivando el gesto de Cristina que la orientaba hacia el portal- Ahora.
- Bueno...
- Esto... - bajó un momento la vista y se secó la cara-. Yo no puedo seguir así -miró a su interlocutora de reojo-. En los últimos cuatro meses nos hemos vuelto casi inseparables - Y con un gesto de dolor resaltó- Casi.
- Si, bueno -Cristina empezó a dar una explicación-...
- Déjame terminar. Por favor.
- Vale. Sigue.

- A ver -recapituló mentalmente, para coger el hilo del discurso mil veces ensayado-. Nos hemos hecho inseparables. Nos contamos todo, vamos a todas partes juntas, nos reímos, nos apoyamos cuando lloramos,... Bueno, si hasta todo el mundo se ha dado cuenta. Hasta yo me he dado cuenta -sonrió tímidamente. Vio su sonrisa también "Me quedo"-. Pero creo que no puedo continuar así.

Lola paró un segundo para tomar aire. Se pasó la mano por el pelo, para dar tiempo a que las puñeteras palabras ocuparan el sitio de siempre. Estaba resultando más difícil de lo esperado. En el coche, las palabras fluían con suavidad y pasión. Ahora parecía torpe y se atoraba.

- Lo que quiero decir  es que no quiero ser tu amiga - ante la cara de sorpresa de Cristina, añadió rápidamente-. Quiero decir que no quiero ser "sólo" tu amiga.

Suspiró.

- Creo que tú ya te has dado cuenta. Porque soy consciente de que me esquivas desde hace unos días - Al ver un leve gesto de asentimiento en la cara de su interlocutora se dijo "Me voy a Santander".
- Si, lo haces. Ya lo noté. Así que mejor poner las cartas sobre la mesa - pilló carrerilla para la recta final -. Me gustas. Me gustas mucho. Desde la primera vez que trabajamos juntas - Cristina la miraba sin pestañear-. No había nada que hacer, pues vivías con Manuel - Creyó ver un rayo en su mirada "Me quedo"-. Pero desde que rompisteis, nos hemos acercado más. Y ya no puedo soportar más la situación. 
Cristina tenía un punto de preocupación en la mirada y había empezado a oscilar un poco, como cuando se ponía nerviosa.

- No te voy a entretener mucho más - había que zanjar la conversación. El monólogo más bien-. Te quiero. Es lo que hay. Y si el sentimiento no es mutuo, tengo que poner distancia o me consumirá - Si dejar hueco ni a un aliento añadió la información final -. Me han ofrecido un puesto en la delegación de Santander. Me iré y no molestaré hasta que pueda manejar esto.

El silencio entre ellas duró unos segundos. Cristina bajó la mirada y volvió a mirarla directamente a los ojos "Ahora si que me voy".

- Estoy embarazada - Apenas si pudo elevar la voz sobre el ruido de la lluvia-.

- ¿De Manuel? - Lola se había quedado bloqueada, nunca hubiera esperado esa respuesta a su pregunta- Ah... - empezó a sentir cómo el mundo se le caía. Y ya no distinguía entre la lluvia y las lágrimas en su cara.
- Estoy embarazada - repitió más fuerte, como si dudara de haber emitido sonido alguno. Alcanzó la barbilla de Lola con su mano libre, y se la levantó para obligarla a que le mirara a los ojos-. Si. Pero también te quiero a ti. Fui yo la que cortó con Manuel.

"Me quedó".

- Hoy me han dado dos noticias - Sonriendo y secando la cara de su amiga, Cristina añadió- Una buena y otra mala.
- ¿Y eso? - Lola dejó a un lado tanto cambio de emociones. Por unos instantes se olvidó de si misma.
- El médico me ha dicho que estoy embarazada. Y después, en el trabajo, me han comunicado que no me renuevan el contrato - Sonriendo le preguntó - ¿Sabes lo que eso significa?.
Lola se encogió de hombros - No.

- ¡Nos vamos a Santander! - Y rompió a reír.


A su alrededor, la lluvia seguía como si no hubiera despertado la primavera en ese rincón de la calle oscura.


domingo, 3 de agosto de 2014

LA QUINTA RUEDA

Menuda temporadita me está dando el coche. Los que pasáis cierta parte de vuestra a mi lado, sabéis que estoy invirtiendo en mecánica y materiales de coche. Soy como una fundación sin ánimo de lucro.

Se me han ido los euros en luces, frenos, cadenas, pistones, culatas, ruedas, ruedas y ruedas. Tengo un master en ruedas. Aunque claro, económicamente gana por goleada la cadena -esa que no se cambia, que no es correa- y todo el desastre que su rotura conllevó.

Lo de las ruedas es todo un misterio. He tenido que cambiar, en un año, cinco ruedas. Siempre delanteras. Hace quince días cambié el último par. Y hoy, para mi absoluta frustración, veo la misma rueda de siempre desinflada.

La rueda delantera derecha tiene una especial preferencia a ser una relación superficial. Empieza muy bien y quince días después observas que se ha desinflado.
¡Quince días! No han pasado más de quince días y he tenido que ir a inflar la rueda.

No niego que me he pasado todo el paseo con la perra tratando de imaginar por qué me timan las empresas neumáticas, TODAS. Y como eso es imposible, me pasé a fijarme en todos los vecinos y cuál sería el que me me pincha o desinfla las ruedas. Ya sabéis el típico vecino paranoico, asesino, toca pelotas o similar. A quién he podido fastidiar tanto en algún momento de mi vida.

Por último he pensado que tengo alguna parte de metal afilado, que sobresale por los bajos de mi coche y, en determinado ángulo de giro de las ruedas, me las pincha suavemente. Como teoría no está mal del todo.

Si, estoy un poco mal de la cabeza. Pero es que me está descerrajando el presupuesto.

(De la lavadora ya os hablo otro día).

Después se me ha encendido una luz. La parte de la boquilla de inflado. Eso es. Esta misma semana me acerco a que la revisen. Porque esa cosa no siempre se cambia. O algo así me contaron en uno de los cambios. 

Crucemos los dedos.


domingo, 20 de julio de 2014

ES DIFICIL SALIR DE AQUÍ

Da igual que estación del año sea. Da igual si hace frío o calor, si tenemos visita o nos comemos un helado. Vivimos. Más o menos bien, más o menos tranquilas.

Si, si, vivimos. No está nada mal. Sale el sol y salimos a buscarnos la vida... ¿Buscarnos la vida? Si ya estamos vivos. No hace falta ni despertarse, ya estás viviendo mientras respiras. No es tan difícil. Hacemos lo que nos toca, amamos, nos divertimos, nos relacionamos. Y cuando nos damos cuenta, se ha pasado la jornada, la semana, el mes y los años. Así de fácil.

Sin embargo, puede que no estemos viviendo todo lo que nos gustaría. Pero, como dicen por ahí "La vida no nos da para más"... ¿O si?

Seguro que más de una y uno que me lee, en el fondo tiene un sueño por cumplir. O por intentar. Pero la vida los llevó por otra parte. Que no digo que esté nada mal. Porque la vida no es o lo malo o lo bueno. Casi siempre es lo gris tirando a claro, o tirando a oscuro. Y así vamos fluctuando. 

Yo lo estoy intentando.

Es sencillo, o eso parece. No se. Creo que es más fácil de lo que creemos, pero nos da más miedo del que merece.

Servidora está en ello. Y me anda costando más de lo que pensaba. Es como  andar con los pies pegados al suelo, como si andara siempre con ellos metidos en barro o tierras movedizas. 

La inercia es grande.

Creo que lo peor es que la vida no me va mal. Creo que no es mala vida. No, no creo. Mi vida no es mala, es buena. Tengo una buena familia, una mujer que me ama, un trabajo que me gusta (a grandes rasgos). Amigos, tiempo, algo de dinero... Y quizá ese es el mayor freno.

Estoy cómoda. Levemente escocida por esos sueños, esos planes que no llevo a cabo. Así que voy a trompicones. Hoy gana el presente, mañana un pasito hacia mi pequeño sueño. Un mes en el dique seco, un fin de semana de actividad febril.
Pero, voy de camino. ¿Y vosotras?


domingo, 4 de mayo de 2014

DE TAL PALO, TAL ASTILLA... ESPERO

Ya lo he dicho en alguna red social, mi madre no utiliza mucho las redes, ni internet, ni apps. Pero siempre está a la última... A la última de lo que nos pasa.

Algunas veces se lo imagina y no es así (tipo "A ti te pasa algo. Que no mamá que no me pasa nada. Di lo que quieras, pero te pasa algo. Mamá que no. Ya me lo contarás, soy tu madre y puedes contarmelo. ¡Mamá!"). Pero otras debe saltarle un piloto rojo en alguna parte del cerebro y dice "Voy a llamar a mi hija". Y mira tu por dónde, estás saliendo del médico, o has tenido un día terrible en el trabajo, o pensabas darle una sorpresa y estás en el portal de su casa...

Si, ese sexto sentido de la mujer elevado a la N potencia de las madres ¡Eso si que es un superpoder! Supongo que las que sois madres, de grandes o pequeños, -pero ya para siempre- sabéis de qué hablo. Creo que tiene algo que ver con alguna sustancia extraña y por descubrir, que se libera con el parto o la cesárea. Será con el corte del cordón umbilical.

El caso es que mi madre, que se crío en una dura aldea y en duros trabajos desde antes de la adolescencia en Madrid, es la..., es la..., es la..., ES LA LECHE. Ya se que no debo hablar mal, ni decir tacos, pero mi madre es LA PUTA AMA. (Mami, eso que he puesto es más o menos que eres la leche, que eres súper, que te sales de la media y por goleada, que eres la caña y un montón de cosas más y todas juntas y muy muy muy buenas).

Ha tenido que cambiar de idea, de conceptos, de unidades de medida sobre la marcha. Es lo que tienen los hijos, que no solemos adaptarnos a lo previsto. Pero lo ha hecho lo mejor que ha podido, lo mejor que sabe hacer su corazón. Para conseguir pasar por encima de todo y estar siempre a nuestro lado. Siempre a pie del cañón. Sin condiciones. ¡Toma ya! A ver cuántos hacemos eso.

No mido mi madre en sus notas escolares, en sus trabajos liberales, en su aspecto más o menos moderno (aunque en todo es la mejor, no lo dudéis). NOOOOOOO. Mi madre es mi madre, la mejor, la más entregada, la que más me quiere, la que lo daría todo por mi ¡Qué más se puede pedir!

¡¡GRACIAS MAMÁ!!


domingo, 9 de marzo de 2014

PERDER EL TIEMPO

Perder el tiempo, no siempre es fácil. Si, si, como lo estáis leyendo. Más si eres una persona metódica, responsable, que hace las cosas como "Dios manda", o todo junto.

Pero "Perder el tiempo" puede llegar a ser todo un arte. No dejarnos llevar por la culpabilidad. Darnos cancha y un poco de asueto. Puede llegar a ser muy necesario para poder seguir siendo metódicos, responsables y podamos hacer las cosas "Como Dios manda".

Porque algunas veces, hemos de parar para tomar carrerilla. Y sienta estupéndamente. Pero necesitamos dejar de lado nuestro sentimiento de culpa.

Venga chicos, todos podemos. Mañana puede que sea demasiado tarde. No digo que nos estemos dos meses delegando todo para más adelante. Seguro que te puedes permitir un rato, un instante, un café con tranquilidad, un capítulo de un buen libro o un paseo por la acera del sol.
Lo agradeceremos el resto de la semana.



domingo, 2 de marzo de 2014

COMO ME GUSTA

Tengo 44 años (si, para bien y para mal). Echo la vista atrás y veo muchas cosas en la agenda. Unas me gustan y otras no tanto. Recuerdos que hacen reír y otros que hacen llorar. Tengo cicatrices en el cuerpo, en el ama y en el corazón. Recuerdo fotos, excursiones, trabajos y celebraciones. Tardes de lluvia y siestas en la piscina. Tengo soledades y compañías. Lágrimas y risas.

Todo lo doy por bueno. Todo menos cuando me dejé llevar. Cuando no fui fiel a mi misma.

No me malinterpreteis. Muchas veces me ha dado igual. Puede que me gustaran todas las opciones. Playa o montaña, norte o sur, en tu casa o en la mía. No hablo de esas ocasiones.

Hablo de las otras. Esas en las que callé, en las que mi opinión me guardé. Aquella vez y la otra, y la otra y la otra, en las que hice lo que los demás decidieron, lo que "hay que hacer". Cuando hice las cosas "Como Dios manda". Mientras veía como mi ánimo se encogía o cómo un instante de felicidad se alejaba.

Soy mujer. Soy frágil y fuerte. Soy clara a ratos y un marasmo de dudas al siguiente. Soy alegre, justa, un poco más solitaria de lo que pensaba… Y muchas cosas más.

Y quiero seguir siendo yo. 

Así que si. Cambié la plancha por un largo paseo por el campo. Hay un zapatilla viuda en una esquina del salón. Si quiero escribir puedo hacerlo en cuaderno o en la red. No tengo la casa puesta para las visitas. No tengo un salón para lucir y quizá las cortinas no terminan de cuadrar. El maletero del coche está desordenado, pero me lleva a la nieve, al golf o al rastro.

Lo reconozco, algún calcetín no está emparejado y los bajos de algún pantalón se quedaron un poco "de aquella manera". Busco trabajar como me gusta (dentro de cómo me dejan) y en lo que me gusta. No suelo mantener amistades que no siento como tales. No quiero mentir, así que ojito cuando me pidas opinión -aunque ahora puedo ser más diplomática-. 

Quiero vivir como me gusta a mí. Que puede que sea como Dios manda, o no. No tengo que estar en guerra con todos los demás, sólo quiero cancha y respeto.

miércoles, 19 de febrero de 2014

ESA GENTE

Hay gente y gente. Eso lo sabemos todos. Y nosotros mismos podemos ser de uno y de otro grupo. Depende de la persona que nos clasifique y del momento en que lo haga -momento suyo y nuestro, que todos tenemos unos diiitas que ¡ole!-.

Bueno, hablemos de personas y no de "gente" que suena muy impersonal. Además, cuanto más general más podemos tender a generalizar -que, por otra parte, es lo que pienso hacer en esta entrada-.

Iba diciendo que hay personas y personas. Las hay que te hacen la vida imposible. Amargadas, envidiosas, trepas, falsas, egoístas (seguro que ya estáis poniendo cara a algunos epítetos). No es que sean "malas-malosas", que tengo la suerte de no haberme cruzado con asesinos y demás despreciables seres. Hablo de estas personas que se mueven entre nosotros pero nos fastidian el día, la semana, el trabajo o las clases. Si, son unas cuantas. Pero hasta aquí las palabras que les voy a dedicar. Esta entrada no es para ellas.

Porque hay otras personas que ¡Qué personas! De esas que da gusto tener cerca. Personas con las que te alegras de cruzar hasta un saludo matinal. Esas si que nos interesan. Personas que te sonríen de lejos. Que tienen siempre una palabra positiva, que te levantan una jornada aburrida o mala. Personas que te ayudan a sacar lo mejor de ti, pasando por alto lo demás. Personas que buscas con la mirada cuando llegas al mismo lugar.

También hay personas con las que conectas inmediatamente. Pueden llegar a ser tus mejores amigos o no. Pero siempre estás a gusto, hay complicidad. Personas con las que parece que puedes hablar de todo. Puede que durante un tiempo se tornen importantes para ti, para ese momento o para el futuro. Puede que te ayuden con tu pasado y desaparezcan. Puede que te abran el futuro y se queden.

Hay personas a las que les llegas con un problema… Y ellos te plantan delante una solución, un camino paralelo o un chiste para llevarlo con paciencia. Te ayudan a ver lo bueno, el mejor camino, el que realmente merece la pena. Personas que son parte de la solución y no del problema.

Esas personas son joyas ambulantes. Da gusto rodearse de ellas. Aportan luz y energía. Dan paz y sanan. A ver, a ver, fijo que ya tenéis un nombre en los labios -pobre de ti si no se te ocurre uno- ¿No? Venga, calmar el ánimo, dejar la mala leche. Respirar hondo y expulsar con el aire el enfado y el cabreo con el mundo. Fijo que una persona de estas está cerca.

Hay personas así entre nosotros. En la vida 1.0 y en la 2.0. Porque en todas partes hay personas. Son iguales en carne y hueso que detrás de un tuit. Son auténticas. Si ves una, no la dejes escapar, comparte un café y disfruta.