No es desconocida por ti mi gran imaginación. Mis dotes para recrear escenas. Pero nunca pude imaginar lo que siento por ti. Así que nunca pude recrear los momentos de intimidad.
Nunca dibujé un esbozo de esas tardes de sofá, juntas bajo la manta, con la felicidad flotando como si tal cosas sobre nosotras.
Mi cabeza no creyó posible una escena tan real y tan feliz, como los días que pasamos juntas. Como esos trayectos en coche, que regalan kilómetros de íntima conversación.
Ni en mil vidas, podría esperar que el destino tuviera algo tan bueno guardado para mi. Mejor que cualquier concurso de la tele.
Eres la estrella de la mejor de las vidas: la mía.
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