Ayer pasé volando por casa de mis padres. Entre paciente y paciente, me escapé. Para darle un beso y unas galletas de chocolate que hice la víspera. Por aquello de compartir las recetas que me salen bien -que no todo es compartir marrones y problemones-.
Mi padre estaba esperando que apareciera. La Virgen debía haberle dicho que iba a pasar, en plan visita relámpago. Y me esperaba para luego irse a una visita. Digo que se lo soplaría la Virgen, porque soy bastante impresentable, en eso de visitar y cuidar a mis progenitores. Si, entono un "mea culpa".
El caso es que si que se me llena la boca con la palabra "PAPÁ".
Mi padre es la caña. No habla mucho, pero cuando lo hace suele soltar alguna frase de antología. Es de los que se lee el periódico y subraya -supongo que es por lo que no se adapta al periódico on line, porque pintarrajearía la pantalla-. De los que poco a poco se adaptó, de vivir meses y meses fuera de casa, a jubilarse y encargarse de las pequeñas compras, poner la mesa, fregar los cacharros. Sin grandes aspavientos ni traumas.
Mi padre es aquel que, los sábados nos despertaba a la inocente voz de "Niñas, dice vuestra madre que os levantéis". Dando a entender que el no era el malvado.
Mi padre es el que, viendo que estaba experimentando con una lupa, un papel pintarrajeado con lápiz y una cerilla. No sólo no me lo quitó, sino que se puso a experimentar conmigo. Y se ganó una bronca por parte de la coherente de mi madre.
Mi padre es el que se moría de la risa, cuando envenené el pollo con patatas, por "investigar" con un termómetro de mercurio y el vapor de agua (niñas, no metáis un termómetro bajo la tapadera de la cena que está en el fuego, mágicamente "desaparecerá" medio termómetro).
Mi padre es aquel que trabajó de noche, en el metro, en Vicálvaro, en Atocha, en Sevilla, Barcelona, Salamanca, Bilbao, etc. Para traer un sueldo a casa. El que aguantó una angina de pecho en Zaragoza, para poder estar en casa con la baja. El que me arregla puertas, puntos de luz, zócalos, cafeteras y radios. El que era el enemigo a batir, por mi madre, mi hermana y yo, jugando al parchís (en el seminario les debieron dar un Master).
Mi padre es aquel que fue testigo en mi boda con arrobita.
Mi padre es el hombre a quien quiero.
1 comentario:
Tenemos al mejor.
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