Hoy fui a la consulta del médico. Ese interesante lugar, los centros de salud. Donde se comparte una opinión, un punto de vista, una anécdota y, si esperas mucho, se comparte una caña.
Bromas a parte. En mi centro de salud, normalmente, no hay mucha gente. Por lo que se puede escuchar a cierta distancia. Y, claro, si me ponen la tentación delante pues peco.
Es muy entretenido, ya ni me llevo un libro, ni el ipad, ni abro el móvil. Bueno si, el móvil le miro para disimular. Porque no se puede evitar escuchar las conversaciones ajenas.
Hay un montón de médicos que no ejercen, salvo en la sala de espera. Aquellos que saben que no te diagnostican ni una mi**** si no te hacen una resonancia magnética. También los que compiten por los dolores, el famoso "Y yo más". Este apartado anterior también puede aplicarse a la cantidad de medicación. Y los que en el fondo, saben que no van a acertar con sus problemas y, por eso, vuelven todas las semanas.
Hoy le dio a la paisana por contarnos su largo currículum y a todos los famosos con los que trabajó. Otra buscaba un paraguas que había perdido. Dicho paraguas -según contó la mujer- tenía cierta querencia por huir y vivir una vida loca. La última vez se marchó seis meses. Desgraciadamente no me pude enterar cómo encontró el camino de vuelta a casa. O puede que le pillaran en un control de la guardia civil.
Yo estoy por inventarme una historia para estos momentos. Porque rememoro mi vida, mi curriculum y no tengo historias tan interesantes como las suyas. Quizá que estuve de maniobras como casco azul. Si lo cuento con intensidad suficiente no se darán cuenta de mi escasa altura. O que trabajé codo con codo con Julia Otero... Claro que tengo que pensar en varias historias, dependiendo del perfil de los escuchantes.
Uf, esto de ir a la consulta del médico de familia, es más complicado de lo que parece.
1 comentario:
Qué suerte! Vas al teatro sin pagar el 21% de IVA
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