Todas, en algún momento de nuestra vida terrenal, hemos sentido la necesidad de un pequeño bocado. Un bocado para matar el hambre, para darse un gustazo, para probar algo nuevo, porque se nos antoja, etc. Por lo que sea. Y no me refiero a esos bocados o "muerdos" dados a la parienta -fija u ocasional-. Me refiero al tipico montadito de bar.
Yo creí que era un concepto "mundialmente" conocido. Circunscribiendo ese "mundial" a los bares de España. Que por esos mundos de Dios no lo tengo tan claro.
Pero claro, como siempre hay un punto diferencial: La medida. Siempre salen a relucir las tallas. El metro, el centímetro o el milímetro no siempre representan lomismo. No, no. No os confundais. Le pasa como al tiempo. Se dilata o se encoje según la situación.
Estabamos este fin de semana, disfrutando de nuestro recién descubierto espíritu aldeano, cuando nos propusimos dar una vuelta con el perrillo. Y claro, andar abre el apetito. Así que antes de echarnos a la carretera (que no al monte), nos pareció buena idea tomar una bebida refrescante y un "algo".
Ese "algo" se nos ocurrió que podía ser un montadito. El típico montadito español. La petición la acompañamos de gestos con las manos, acotando un espacio reducido.
- ¿Nos podrías hacer un montadito? - preguntamos haciendo gestos del tamaño con las manos.
- Si, si, claro ¿De qué lo quereis?
- Pues no sabemos
- ¿De lomo?
- Perfecto. Si, de lomo -repitiendo el gesto- Un montadito "así" de lomo estaría muy bien.
- ¿Con queso?
- no, queso no.
- Bueno, pues un pimientito que acompaña.
- Ah, genial. Un montadito de lomo con pimiento. Pero no bocata, eh?
- Vale, ahora pongo dos montaditos.
...
Pasan unos minutos, mientras departíamos con el camarero-dueño-hombre de bien del pueblo, sobre los beneficios y bondades de estar anunciados en la red de redes.
De repente, aparece la señora con un plato del que se querían escapar los bordes de sendos "montaditos". Montaditos que eran más grandes que el plato llano-que no de postre, tapa o racioncilla-.
Casi se nos caen los ojos en la Cocacola, mientras cruzábamos miradas. Arrobita y yo nos mirábamos y mirábamos los "montaditos". Por lo bajinis ya nos avisábamos de que no había más cena que una, y esa estaba frente a nosotras.
Peeeeeero ahí no acaba la cosa. La buena mujer, nos sacó unas patatitas asadas con su aliño -sabe que nos encantan- y, y..... Unos ricos torreznillos.
AL GARETE LA DIETA...
Con discreción, fuimos alejando de nosotras los torreznillos, algo del pan del montadito y no rebañamos las patatas -mucho delito era ya, picar de todo-.
Uf, chicas qué bien merendamos.
Así una afronta la carretera con otro talante. jejeje.
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