Ya no hay vuelta atrás. Mi vida ya tiene sentido. Encontré mi función, mi hueco en este mundo. SOY PAQUETE. Y a mucha honra. La nueva hormiga atómica de las calles.
Ayer salí, con mi flamante casco de color grafito -faltaría más- en su bolsita, dispuesta a cambiar la radio-cd por el viento en mi cara.
Ni que decir tiene, que mi arrobita se armó de paciencia. Creo que le he estrangulado algo blandito en el abdomen. Es que mi niña, viene con unas asitas incorporadas para este paquetito.
La primera hazaña fue subirse a la moto. Que no es como subirse a un caballo en las pelis. Hasta que me acomodé se aburrió el sol y se largó a su casa a cenar.
Arrobita con mucho cuidado arrancó la moto y la jodía de la moto empezó a desplazarse. A una velocidad demencial, de verdad, miedo me daba.... a unos 15 km/h. Mi respiración era más o menos como la de Jodie Foster en el Silencio de los Corderos.
Se escuchaba una vocecita desde la parte de atrás de la moto "paraaaa". Y la pobre arrobita buscando un huequito para detenerse.
Afortunadamente, poco a poco, el estómago retomó su posición en el abdomen y la frecuencia respiratoria bajo de 14.000 por minuto.
Lentamente me animé y hasta conseguí mirar el paisaje. Eso si, entre golpecito y golpecito de casco con arrobita. Y los perdones consiguientes (que una es muy educada).
Pero bueno, todo tiene su primera vez. Y esta no fue de las peores. Ya estoy deseando volver a viajar arrejuntadita a mi niña.
Pero bueno, todo tiene su primera vez. Y esta no fue de las peores. Ya estoy deseando volver a viajar arrejuntadita a mi niña.
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