Ahí donde la veis, es una iglesia que me encanta. Y hasta allí me acerqué el sábado con la intención de pasar otro lindo día segoviano. Acompañada por mi muy querida arrobita y mi muy querida suegri y su muy querida tía (de mi amada suegra). Mi intención era quedar estupendamente, haciendo de chofer y de muy grata compañía. Por aquello de ganar muchos puntos frente a la familia política.
Ete aquí, que íbamos en el coche planificando las visitas culturales y las gastronómicas. Decidiendo el orden de las visitas y donde sería más rico a la par que económico, almorzar y relajarnos. Y salió como primera opción la susodicha iglesia de la orden de malta.
Muy digna salí armada de una cámara dispuesta a inmortalizar el momento. Así que, cuando estábamos en la puerta lateral, tras escuchar a mi arrobita contar la leyenda que existe sobre los orígenes de la iglesia, dispuestas a entrar se me escuchó decir "¿Por qué no os poneis en la puerta y os hago una foto?" Mi propuesta gustó y se fueron a colocar, sonrientes como casi todos cuando estamos de excursión, y yo me alejaba, vigilando el suelo por el rabillo del ojo. Porque había un escalón en el terreno y no me lo quería comer.
Pero el destino, como dice la canción, cambió mi suerte y adelantó un trocito de ese escalón de antiguas piedras. Justo el trocito hacia el que yo me acercaba mientras averiguaba como funcionaba el objetivo de la modellllllna cámara.
Justo cuando se iban girando hacia mi, observaron con horror, como servidora se derrumbaba como una de las torres de NY.
Sin poder evitarlo ellas, y sin querer evitarlo yo, caí de lado sobre la dura piedra/tierra. Todo por evitar lo inevitable del esguince y lo si evitable de la fractura que ya me imaginaba por el intenso dolor que me llegaba del distante pie. Así que, rodé con fuerza, dada la altura del escalón y la inclinación del terreno.
Rodé como una croqueta, con fuerza y rapidez. Di tres o cuatro volteretas, mientras se me escuchaba quejarme y maldecir en arameo. Creí que no pararía. Así que allí estaba yo, dando volteretas como si de Jean-claude Van Damme se tratara, pero sin la patada voladora final que tiraba al malo y le dejaba de pie y sin despeinar a él.
Así que, ahora me encuentro tirada en el sofá de casa. Con la patita estirada y la espalda cuidadosamente colocada en los almohadones para que no duelan. Y buscando en la agenda algún colega que pueda tratarme con cariño y acortar la convalecencia.
5 comentarios:
Joeee!!! vaya faena!!!! pero lo cuentas con una facilidad y una gracia que no he podido evitar soltar una carcajada.... sobre todo lo de "rodando como una croqueta" jajajaja!!! que weno!!!! (siento haberme reido)
espero que no estes mucho tiempo para recuperarte....
Aprovecha y escribe mas en el blog, me encanta como lo haces y aunque no siempre te deje comentarios, ten por seguro que me paso a leerte.
cuidate mucho y aprovecha para que tu nena te mime.
un besito.
nadanla
me hiciste matar de la risa con tu crónica
espero que te mejores pronto
salu2
Nadanla, me alegra saber que sigues por aquí, dedicándome un ratito de tu jornada. Prometo ser más aplicada y disciplinada con este blog.
Ahora tiemblo, porque mi arrobita le ha pasado el enlace a mi amada suegri... Uf, jejej.
Aunque la mujer se esfuerza, me ha regalado unos peces para mi pecera de la clínica, qué más quiero...
Un besote.
Marga, siempre me agrada leer tus palabras. Espero que con las palabras siguientes resucites, jeje.
Lunares, jamia, tienes los tobillitos de cristal, igualita que esta tu madre virtual... Pues nada, tu relajate y que te mimen, que de vez en cuando es hasta bueno y todo.
Ya ves, que una no puede salir de excursión un sábado cualquiera, sin querer acercarse a un centro sanitario. Debe ser como una droga.
jejejee.
Yo me dejo mimar, se que es bueno y saludable.
Yo me mimo, tu me mimas, ella me mima, nosotras me mimais, vosotras me mimais y ellas me miman.
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