
Hoy, por tanto, es el día de mucha gente. De todos los que conservan, aún siendo talluditos, un poco de la inocencia de la infancia. Por pequeña que sea esa porción.
Hoy es mi santo también. Me incluyo, me resisto a que me excluyan, a autoexcluirme o que me expulsen tras robarme toda la inocencia. Y eso que ya estoy muy maleada.
Quiero ser inocente y creer un poco en el hombre.
Quiero creer que podemos cambiar las cosas.
Soy inocente para creer que podemos mejorar.
Soy inocente como para imaginar un mundo mejor.
Inocente como para creer que, con la que está cayendo y los periódicos a reventar de malas noticias, asesinatos, robos, crisis, eres y demás, ningún tiempo pasado fue mejor.
Quiero ser inocente y luchar por acercarme a todos con una sonrisa, brindar mi apoyo, mi cariño, mi escucha.
Quiero conservar inocencia suficiente para poder trastear con un niño y que no piense que soy un vejestorio.Quiero conservar la creencia en las hadas, los ángeles, el ratoncito Pérez, los Reyes Magos y los extraterrestres simpaticones.
Soy inocente, por lo menos un poco. Para poder afrontar tanta dureza, dolor, esfuerzo, sinsabores, descreimientos, desidias y desigualdades.
Quiero ser un poco inocente y creer a pies juntillas que puedo aportar algo para mejorar el mundo que me rodea.