Algunas veces es desesperante charlar con determinadas personas. Supongo que otros me incluirán a mi en este grupo.

Jugamos y parloteamos una junto a la otra. Pero nada más compartimos espacio. A lo máximo juguetes.
Pues de adultos nos vuelve a pasar. Tan empeñados estamos en contarle nuestros problemas, ideas, quejas, críticas o sinsentidos a otro, que no escuchamos. Sólo esperamos que pare a coger aire, para retomar nuestro monólogo.
Algunas veces lo toreamos con gracia y soltura. Pero otras veces te hartas. Te preguntas si esa persona -de gran ombligo- merece la pena.
Tengamos paciencia. Algunas veces sólo es una inflamación de dicha parte corporal. Seguramente originada por alguna erupción puntual.
Pero ¡Somo taaaaaaaaan cansinos en esos momentos!