lunes, 4 de julio de 2011

QUE ME QUITEN LAS FIESTAS DE SAN PEDRO

Si, lo que habéis leído. Estoy cansada de las fiestas de mi barrio. Justo en frente, "en la acera de enfrente" ponen los caballitos. Y todo el santo día está sonando la cutremusiquita y la bocina de inicio y fin de los viajes.
Es insoportable.
Al principio, me hacían gracia los pareados de las tómbolas. La verdad es que no se lo curran mucho, pero algunos tienen su gracia. Aunque a mi no me van las tómbolas, en los corrillos se amontonan los grupos de amigos, las parejas, las familias con los niños que quieren el peluche.
Una cosa que nunca llevo bien son los puestos de comida. La fritanga sube y se adhiere a todas las paredes de la casa. Puedes venir y oler a boquerones, torreznos, chorizos criollos, palomitas, churros, algodón de azúcar, etc. Según de donde venga el aire.
Otra cosa es que no puedes entrar en los locales de toda la vida. Toda la acera atestada de gente, te da cosa ir a por la compra. Así que mejor te vas al super del barrio de al lado. Pero ¡Ah! ¿Quién aparca a la vuelta. Las calles cortadas, atascos por las otras, puedes aparcar en Toledo y volver en el AVE. Y eso con la compra.
O podrían pasar las fiestas a febrero. Con el frío, tendría las ventanas cerradas y puede que pudiera dormir. Puede que no me meciera en la cama al ritmo que marca la orquesta de turno, con sus melodiosas voces y coreografías imposibles.
El barrio se vuelve intransitable, insoportable, inaccesible.
Estoy por irme del barrio cada vez que vienen las fiestas. Encima, como me descuide, duran dos semanas. Según caiga la fiesta en la semana.
Pero al apagarse el último altavoz no termina todo. Si andas despistado, te bañan los de la limpieza. Ya se que hacen su trabajo. Tienen mucho que limpiar, que si los papelitos de la tómbola, que si pipas, que se huesos de aceituna, churros perdidos, envoltorios de patatas rellenas, cajas de los regalos, o botellines. Restos de chufas, pan, oreja, palitos del algodón de azúcar. Yo que ellos me pedía vacaciones también en estas fechas.
¿Por qué tengo que aguantar las fiestas de mi barrio?¿Por qué tengo que soportar a todos los visitantes de los barrios de al lado con sus hijos gritones y con su mal aguante para beber?
Un día de estos los demando y exijo que las fiestas de mi barrio se muden a la Casa de Campo, o al Barrio de Moratalaz, o donde sea, pero no en mi barrio.
Y no lo entiendo, porque a mi siempre me han gustado las fiestas del barrio. Voy a las de San Isidro y a las de Aluche. Y me divierto mucho en las de Alcorcón. Eso si, todas lejos de casa.

¿A que os suena? Nos gustan las fiestas, vemos perfecto que se hagan, que se celebre el santo patrón, el momento histórico o la ocurrencia de la comunidad de vecinos. Pero no todos lo disfrutan igual. En todos los barrios hay fiestas. Unas con más gente otras con menos.
Ya se que las del Orgullo son megamultitudinarias. Coincido en que yo saldría corriendo. Pero ni quitaría las de mi barrio, ni las del barrio de Chueca.


Quizá el Orgullo debería plantearse más a lo grande. Incluir mucho más Madrid. Porque ya no son fiestas de un gueto. Son fiestas de todos. Porque se celebra algo más que el orgullo de unos cuantos. Entiendase como un "no me escondo, soy tan respetable como tu". Y eso no va por barrios. Es cosa de todos.

Al Ayuntamiento le interesan, vista la cantidad de pasta que se dejan en Madrid. Así que podría aunar voluntades y plantearse -ya que se nos resisten las olimpiadas, los mundiales, y hasta eurovisión- una gran fiesta, con competiciones deportivas en sus instalaciones por todo Madrid, conciertos dispersados y para todos los gustos, actos culinarios, semanas culturales, actos benéficos tipo "bollos por ACNUR" y hacer unos bollos inmensos en la Plaza Mayor para que la gente done dinero para la ONG de turno, etc.

Puede que así, los vecinos de Chueca vuelvan a querer sus fiestas. Puedan caminar por sus calles, comprar en sus tiendas, reír con la carrera de tacones y participar en un concurso de tortillas.

No es cuestión de eliminar fiestas, es cuestión de mejorarlas.